LOUISE BOURGEOIS: LA AUTOCONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD A TRAVÉS DEL ARTE.

El Atril

Por: Inma J. Ferrero

Una de las artistas más importantes del arte contemporáneo, marcada por múltiples traumas que dan fuerza a su obra, completamente autobiográfica.

Es una de las artistas que, en la segunda mitad del siglo XX, entendieron el cuerpo como algo más que aquello que se observa externamente: lo concibió como espejo y forma de las aspiraciones personales y como parte visible del deseo de perfección humana. Otros creadores que trabajaron en esa línea desde enfoques y medios muy distintos fueron Gina Pane, Günter Brus, Bruce Nauman o Cindy Sherman.

Además de reflejar esta concepción de lo corporal, la obra de Louise Bourgeois es fruto de un proceso de autoconstrucción que la artista eligió para construir y fortalecer su identidad. Sus esculturas parecen fragmentos dispersos de una mitología privada que intenta ajustar cuentas con la autobiografía de la artista, reconciliándose con su pasado o autorreparándolo.

Bourgeois no dejó de trabajar en su imaginario artístico particular hasta prácticamente el día de su muerte, a los 98 años de edad. Fuertemente influenciada por sus experiencias vitales, su infancia y su entorno familiar, su obra despliega un corpus creativo de altísimo nivel que se divide en cientos de formatos, materiales e historias.

Las obras de Louise Bourgeois no son mera plástica ni espectáculo vacío: son relatos personales que se extienden a todo el colectivo de seres humanos, exhibiendo de forma impúdica sus sentimientos más profundos para llegar al fondo del espectador. Sus famosísimas arañas, sus perturbadoras celdas y sus poéticos e inquietantes grabados conforman una trayectoria vasta, única y fascinante, que trasciende las fronteras de la razón y la cultura para alcanzar el yo íntimo de quien las contempla y penetra.

El arte es garantía de cordura. Es lo más importante que puedo decir.

VIDA Y OBRA

Louise Joséphine Bourgeois nace en París en 1911, en una familia estrechamente relacionada con el negocio textil: sus padres poseían una galería y un taller con telares donde se confeccionaban, restauraban y vendían tapices. Esta circunstancia marca profundamente el trabajo de la creadora, que a lo largo de su vida incluirá tejidos, cordeles, lanas y redes en gran parte de sus obras. El entorno familiar que rodea a Louise Bourgeois es acomodado y protector, pero al mismo tiempo inestable: en 1921, su madre Joséphine contrae la gripe española y cae gravemente enferma. Tan solo un año después, la familia contrata a la joven Sadie Gordon Richmond para trabajar como profesora de inglés. Sadie se convierte en la amante de Louis, el padre, y pasa temporadas viviendo en la casa familiar. Esta complicada situación afectará al carácter de Louise, que durante toda su vida experimentará un profundo sentimiento de abandono y un intenso miedo a la pérdida de sus seres queridos.

Con solo 12 años, su padre le pide que empiece a colaborar con el negocio familiar creando dibujos para los tapices. La artista en ciernes combina este trabajo con su educación y con las temporadas que dedica a cuidar de su madre, quien sufre varias recaídas y fallece en 1932. Ese mismo año, Louise se gradúa con honores en Filosofía. La muerte de su madre hace que caiga en una fuerte depresión de la que decide salir a través del arte: deja los estudios y entra en contacto con los talleres que entonces bullían en Montparnasse y Montmartre. En 1938 estudia con Fernand Léger; ese mismo año se desvincula del todo del negocio familiar y abre su propia galería de arte. Es también el año de su matrimonio con el historiador de arte Robert Goldwater, con quien se muda a Nueva York.

Una vez en Norteamérica, Louise Bourgeois se enrola de inmediato en la Art Students League y se interesa por el grabado, técnica que no abandonará durante toda su vida. Durante esos años investiga la tridimensionalidad en el arte: a mediados de la década de los 40 crea su primera serie de esculturas en madera, tótems de formas estilizadas e inquietantes. En 1945 se inaugura su primera exposición en solitario, que tiene lugar en la prestigiosa Bertha Schaeffer Gallery de Nueva York. Son los años del imperio del Expresionismo Abstracto: Bourgeois entra en contacto con los artistas más representativos del movimiento y expone con figuras como Rothko, de Kooning o Pollock. Sin embargo, su obra se mantiene alejada de las encorsetadas propuestas abstraccionistas para mostrar un universo más carnal e inquietante. Louise Bourgeois desarrolló siempre un imaginario periférico a escuelas y tendencias, a las que trascendió creando una trayectoria artistica íntima y fascinante.

Tras la repentina muerte de su padre en 1951, la artista entra en una profunda depresión y empieza a desarrollar instalaciones envolventes relacionadas con sus recuerdos, experiencias y traumas. Es entonces cuando empieza a asistir a sesiones de psicoanálisis, entrando a la vez en un periodo de reclusión. En 1964 sale de su aislamiento para organizar una exposición en solitario, la primera en 11 años: en ella muestra su última obra, orgánica y plástica, y por primera vez incluye el concepto de “guarida” (que más adelante dará lugar a sus impresionantes Cells – Celdas).

La trayectoria artística de Louise Bourgeois parece ensancharse y enriquecerse a partir de 1973. Son los años de sus primeras instalaciones, basadas en el concepto de “lair” (guarida) y que utiliza como herramienta para enfrentarse a sus fantasmas personales. Tras la muerte de su marido, decide utilizar el dolor y el resentimiento enquistados en su interior para crear obras en las que (literalmente) desnuda su yo interior. Es el caso de The destruction of the father (1974), una impresionante instalación que parece reflejar el interior de un órgano vital y que al mismo tiempo reproduce una siniestra cena. El entorno, revestido de formas orgánicas y teñido de una luz roja, destila degradación e incluso “digestión”: es un enfrentamiento directo al recuerdo de su relación con su padre, que obligó a su familia a convivir con su amante (la tutora Sadie, a la que Louise Bourgeois adoraba) e incluso intentó emparejarla con uno de sus amigos (acto que derivó en su primer intento de suicidio).

En el libro Destrucción del padre/Reconstrucción del padre: escritos y entrevistas (1923-1927), la artista describe el doloroso proceso de creación de la obra: “Con The destruction of the father, el recuerdo que evocaba era tan poderoso, y tan duro el trabajo de proyectarlo hacia fuera, que [… ] sentía como si efectivamente hubiese sucedido. Realmente me transformó”.

Los años de psicoanálisis de Louise Bourgeois se reflejan en muchas de sus obras. Pero es a partir de 1986 cuando empieza a crear ciertas piezas que contienen la esencia de su relación con sus experiencias vitales, el compromiso social y el subconsciente. Son las Cells (Celdas), instalaciones cerradas que cuentan historias en sí mismas y se convierten en experiencias que se filtran en la mente de quien las penetra. Articulated Lair (Guarida articulada, 1986) será la primera de una serie que comprende unas 60 obras creadas con elementos dramáticos, escenográficos y espacios de interacción. Y con la presencia, siempre, de las emociones. Louise Bourgeois empleó estos espacios para conectar su trabajo con determinados traumas vitales, utilizando esos escenarios como liberación: cuando el espectador entra en ellos y experimenta el mundo subconsciente de la artista, pasa a compartir sus pesadillas.

A mediados de los 90, Louise Bourgeois empieza a explorar otra de sus obsesiones: la araña como madre, depredadora y tejedora. Acudiendo de nuevo a los referentes de su infancia (los telares, la madre enferma y a la vez protectora) y ya octogenaria, la artista empieza a diseñar esculturas con forma de araña que son a la vez terribles y frágiles, destructoras y víctimas.  Para ella, la araña representaba “la inteligencia, la productividad y la protección”. Crea esculturas monumentales (como la famosa Maman de 1999, situada junto al Museo Guggenheim Bilbao) y a escala diminuta: seres casi mitológicos con la misión de reconstruir y restaurar. “Vengo de una familia de reparadores”, dijo en una ocasion. “La araña es una reparadora. Si rompes su telaraña, no se altera. Teje y la repara”.

Louise Bourgeois fallece en 2010 a la edad de 98 años, sin dejar de trabajar e investigar hasta los últimos días de su vida. Su obra, vasta y llena de matices, es fundamental para comprender el devenir del arte de los siglos XX y XXI.

Vio organizar su primera exposición individual en 1945. Desde entonces, su obra fue recorriendo distintas galerías y museos estadounidenses hasta la llegada del reconocimiento universal. Durante décadas, las exposiciones de su obra se han repartido por todo el mundo y arrastran a miles de visitantes. Hoy siguen despertando un enorme interés, tanto por parte de la crítica especializada como del público.

En el 2007, la Tate Modern de Londres inaugura una gran retrospectiva con la obra de Louis Bourgeois en colaboración con el Centro Pompidou. La muestra viajó después a distintos museos de Estados Unidos.

En otros trabajos, como NATURE STUDY  o THE SEA FOX, cuestionó nuestra concepción de la naturaleza humana al animalizar el cuerpo y desprenderlo de los elementos de su humanidad. Datadas en los ochenta, son figuras hermafroditas, acéfalas, sin brazos y con protuberancias de implicaciones sexuales. Se trata de dislocaciones, mutaciones, de cúmulos, de referencias plásticas al placer y al dolor, a dramas individuales y elementos míticos.

Se han escrito numerosos libros que recoge su pensamiento y reflexiones:

He disappeared in complete silence (1947): recoge el imaginario de una joven Louise Bourgeois, tanto en el aspecto plástico y artístico como en el literario. La artista lo construyó en el momento previo a su transición a la escultura, disciplina a la cual llegó a través de sus primeros tótems de madera. Las ilustraciones del libro reflejan la investigación que llevó a Bourgeois a la mencionada transición.

Louis Bourgeois: Destruction of the Father / Reconstruction of the Father (Writings and Interviews, 1923-1997):

Cada día, tienes que dejar atrás el pasado o aceptarlo; si no puedes aceptarlo, te conviertes en escultora”. Es una de las muchas reflexiones que aparecen en este libro fascinante, que reúne los pensamientos y textos recogidos por Louise Bourgeois a lo largo de siete décadas. En el volumen también se recogen varias entrevistas que reflejan su concepto del arte, y dan pistas sobre el origen de muchas de sus obras.

Estructuras de la existencia: las Celdas. Louise Bourgeois (2016):

El catálogo de la magnífica exposición que el Museo Guggenheim Bilbao organizó sobre las Celdas de Louise Bourgeois es también un estudio exhaustivo sobre este corpus de obra, fundamental en el trabajo de la artista. El estudio incluye la catalogación completa de cada instalación, así como las claves del proceso creativo que llevó a Bourgeois a diseñar y completar cada una de ellas.

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