EL ATRIL
Por: Isabel Rezmo

Julie Mehretu (Adís Abeba, 28 de noviembre de 1970) es una artista visual contemporánea etíope-estadounidense, conocida por sus pinturas de múltiples capas de paisajes abstractos a gran escala. Sus pinturas, dibujos y grabados representan los efectos acumulativos de los cambios sociopolíticos urbanos.
Mehretu fue incluida en la lista Time 100 de las personas más influyentes de 2020. Al año siguiente, The New York Times la describió como un «raro ejemplo de pintora negra contemporánea que ya ha entrado en el canon».
En octubre de 2023, Mehretu batió el récord de subasta para un artista africano en Sotheby’s Hong Kong, con su pieza Sin título (2001), que se vendió por 9,32 millones de dólares. Es una de las dos mujeres que figuran en la lista de las 10 obras de arte contemporáneas más caras vendidas en subasta en 2023.
Mehretu nació en Adís Abeba, Etiopía, en 1970, siendo el primer hijo de un profesor universitario de geografía y una maestra Montessori. Su padre es etíope y su madre es judía americana. Huyeron del país en 1977 para escapar de la agitación política y se mudaron a East Lansing, Míchigan, para ocupar el puesto de profesor de geografía económica de su padre en la Universidad Estatal de Míchigan.
Graduada de East Lansing High School, Mehretu recibió una licenciatura en Artes de Kalamazoo College en Kalamazoo, Míchigan, e hizo un tercer año en el extranjero en la Universidad de Dakar (UCAD), Senegal, y luego asistió a la Escuela de Diseño de Rhode Island, en Providence, donde obtuvo una Maestría en Bellas Artes en 1997.Fue elegida para el programa CORE del Museo de Bellas Artes de Houston, una residencia que le proporcionó un estudio, un estipendio y una exposición en el museo.
Los lienzos de Mehretu incorporan elementos de dibujos técnicos de varios edificios urbanos e ilustraciones lineales de eficiencia urbana, incluidas cuadrículas de ciudades y mapas meteorológicos.[8] Las piezas no contienen ningún sentido formal y consistente de profundidad, sino que utilizan múltiples puntos de vista y proporciones de perspectiva para construir reimaginaciones aplanadas de la vida de la ciudad.
En 2007, el banco de inversión Goldman Sachs le dio una comisión de 5 millones de dólares por un mural para el vestíbulo. La obra resultante, Mural, tenía el tamaño de una cancha de tenis y consistía en mapas financieros superpuestos, dibujos arquitectónicos de instituciones financieras y referencias a obras de otros artistas. Calvin Tomkins de The New Yorker la llamó «la pintura más ambiciosa que he visto en una docena de años», y otro comentarista la describió como «una de las obras de arte público más grandes y exitosas de los últimos tiempos».


considerada internacionalmente una de las más destacadas pintoras de su generación. Desde los primeros dibujos en grafito o sus pinturas en tinta o acrílico, hasta los majestuosos lienzos de gran formato, cuyas trabajadas superficies y complejas arquitecturas, realizadas a base de tinta, pintura, borrados, líneas y gestos, ganan en profundidad y solidez con el paso del tiempo.
Su condición de persona migrante y perteneciente al colectivo LGTBI+ tendrá posteriormente una poderosa influencia en su trabajo, donde conceptos como el desplazamiento se convertirán en un aspecto troncal. Más adelante se definirá a sí misma (y al colectivo al que pertenece) como “personas deslocalizadas”, lo que según sus palabras conlleva “una negociación constante del lugar, el espacio, los ideales y las ideas”.
Tanto en su primera etapa escolar como durante sus años de instituto, Mehretu se revela como una alumna brillante con un profundo interés por el dibujo y el arte en general. Su espíritu creativo le lleva a estudiar arte en el Kalamazoo College de Michigan; más tarde continuará su formación en la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar, Senegal, donde cursará un año lectivo. Allí presta especial atención al trabajo de los artesanos locales, una influencia que será constante en su obra.

Al terminar sus estudios, Mehretu decide viajar a San Francisco y establecerse en la dinámica ciudad, que por entonces vivía una auténtica explosión de creatividad. Llega en 1992 y empieza a pintar todos los días, creando un cuerpo de obra que, más adelante, considerará inferior a su producción posterior. Para mantenerse trabaja como camarera, pero pronto le llegará una oportunidad para despegar: obtiene una beca integral para estudiar pintura y grabado en la Rhode Island School of Design (RISD).
Esta etapa se revelará como fundamental en su trabajo: fascinada por el lento y minucioso proceso del grabado, decide incorporarlo a sus obras a través de la superposición de capas e impresiones. Es entonces cuando empieza a desarrollar su característico lenguaje de marcas, planos, dibujos y símbolos, a los que sumará las vistas aéreas a las que desde entonces denomina “comunidades”.
Su nombre empieza a sonar en los círculos del arte emergente norteamericano, llamando la atención de marchantes y coleccionistas dentro y fuera de las fronteras del país. Entre ellos destaca Christian Haye, de la galería Project Gallery de Harlem, quien en 2001 le da la oportunidad de exponer por primera vez en solitario. La muestra es todo un éxito: las obras se venden en su totalidad antes de la inauguración.
En el año 2006, ya con su carrera encaminada y con cada vez más prestigio a nivel internacional, la artista viaja a Berlín para una residencia de seis meses. Es un momento de incertidumbre creativa: las aguadas de pintura que utiliza en algunas de sus obras no le terminan de convencer. En Alemania investiga las posibilidades del borrado, revelando capas inferiores y añadiendo niveles de profundidad al trabajo.
Estas obras dan lugar a su serie ‘Grey Areas’, que en 2010 serán expuestas después en el Museo Guggenheim de Nueva York. Su estancia en Berlín despierta en ella una intensa conexión con la ciudad y con su comunidad artística, conexión que mantendrá en el futuro. Según sus palabras, en Europa “importa más cuál es el trabajo y para qué sirve, que quién es el artista en sí. Creo que esa debería ser siempre la conversación”.

En los últimos tiempos Mehretu ha comenzado a investigar sobre las posibilidades del plexiglás como soporte, creando obras llenas de transparencia y fluidez gracias al uso de pinturas al óleo sobre la resbaladiza superficie. Al mismo tiempo, su trabajo continúa reflejando los conflictos generados por la descolonización y los avatares de la geopolítica, manteniéndose conectada a sus orígenes a través del arte.
oincidiendo en tiempo y espacio con la Bienal de Venecia 2024, la Pinault Collection destina este año su emblemático espacio expositivo del Palazzo Grassi a una magnífica exposición, donde las últimas obras de Julie Mehretu coexisten y dialogan con las de otros y otras artistas, en línea con su investigación y sus propósitos.
Entiendo mi trazo abstracto como un tipo de léxico, significante o lenguaje de signos con el que crear caracteres con identidad propia, que funcionen como agentes sociales”. Las palabras de Julie Mehretu (Addis Abeba, 1970) nos sirven como clave para descifrar gran parte de su obra, concebida como un medio para “contar” y analizar las ciudades, las sociedades y las culturas. Especialmente aquellas que, al igual que su propia familia en Etiopía, vivieron el proceso de descolonización. Su trabajo se despliega a una escala monumental, con paneles monumentales surcados de trazos y superposiciones que esconden historias, relatos y cuestiones sin resolver.