Por: Isabel Rezmo

Tal como exige la realidad que nos rodea, necesitamos que está deshumanización que se ha agarrado en la sociedad, sea erradicada. Es un compromiso del ser humano. Un compromiso que no se agarra a titubeos, ni dudas.
La poesía siempre ha sido muy directa. Y apunta a nuestra conciencia. Y luego a nuestros actos.
El acto creativo no puede quedarse sólo en manos de la belleza, o de la emoción. También debe posarse en cada gesto y ser portavoz de valores, actitudes son reservas.
Hay poetas que están comprometidos consigo mismo y con la conciencia. He tenido la gran suerte de conocer a más de uno . De convertir la poesía en un acto de reivindicación. Bajar del atril y penetrar en la tierra y penetrar en otros ojos, en otros sueños y otras almas.
Y así hoy os presento en Proverso a Guillermo Urbano Lanzas (GUL). Un trovador, un poeta, un servidor de la poesía y de la vida, convirtiéndola en un instrumento para comprender, valorar y cambiar la realidad que nos rodea
Su poesía habla de las pequeñas cosas que nos suceden. De lo que nos rodea, en ocasiones ,aquello que no queremos oír, no siquiera comprender.
En Proverso hemos querido acercarnos a él a su producción literaria y artística.

Gul, nombre artístico de Guillermo Urbano Lanzas, es un gaditano de Chiclana de la frontera, nacido a finales del siglo pasado. Tras su ejercicio como abogado durante varios años, abandonó esta profesión para dedicarse al arte y a la defensa de los derechos humanos, convirtiéndose así en escritor, poeta, músico, payaso y activista de los movimientos sociales en Europa y Latinoamérica, poniendo el cuerpo, el corazón y el alma, del que nacen sus palabras. Actualmente, además de artista multidisciplinar, ejerce como mediador profesional de conflictos. Es miembro y compositor del dúo musical Juglares Contemporáneos, y creador y miembro de la Compañía de Clown La Tremenda. Colabora y participa en programas de radio, suplementos y revistas, como columnista y poeta y se encuentra de gira por la península con su último poemario «Papillon» publicado por la Editorial Bucéfalo.
RP: ¿Cómo te iniciaste en la poesía?
GU: No sé si podría decir que me inicié en la poesía. Más bien, creo que la poesía surgió en mi vida, aún no recuerdo cómo ni por qué, desde muy pequeño, pues tuve la necesidad de expresar lo que sentía a través de este lenguaje, de esta técnica, de esta forma de mirar y recibir el mundo, sin ni siquiera saber en qué consistía, ni siendo totalmente consciente de mis primeros acercamientos a la profundidad que hay dentro de nosotros/as, a la hipersensibilidad y al existencialismo. Fue una suerte de intuición. Uno de mis primeros poemas, que recuerdo leer a mi padre y a mi madre y a mi familia más cercana en una terraza con unos 9 años, fue “Gafas”, que escribí después de ir a elegir mis primeras gafas y que tengo la pena de no conservar, aunque sí he conseguido rescatar otros de aquella época. Desde ese momento, y aunque fue mucho después cuando decidí dedicarme profesionalmente al arte o asumir la figura y el rol de poeta como propio en la sociedad, la poesía siempre ha estado presente en mi vida.
RP: ¿Has buscado la mirada en otros géneros?
GU: Sí, en el teatro y el lenguaje dramático, el relato o el género periodístico. Y aunque me he estrenado en estos géneros y trato de mantener el contacto cotidiano con ellos en columnas, publicaciones, revistas y suplementos y a través de la vinculación con las artes escénicas, ya sea con mis propios espectáculos y compañías o acompañando a otros/as en sus creaciones y procesos.
RP. ¿Qué autores te han marcado más?
GU: Entre ellos y ellas podría destacar a Roque Dalton, Charles Baudelaire, Rimbaud, Allen Ginsberg, Walt Whitman, León Felipe, María Zambrano, José Martí, Violeta Parra, Alfonsina Storni, Kabir, Rabindranath Tagore, Alejandra Pizarnik, Mahmud Darwish, Bertolt Brecht, Jim Morrison, Julio Numhauser, Yorgos Sarantaris, Rafeef Ziadah, Jesús Lizano, Jesús Gil de Biezma, Miguel Hernández, Patricia Heras, Antonio Orihuela, Jorge Riechman, Ruperta Bautista, Gloria Fuertes, Antonio Gómez, Mario Benedetti, Agustín García Calvo, Isabel Rezmo, Rainer Maria Rilke, Calderón de la Barca, Julia Uceda, Manolo Chinato, Rafael Sánchez Ferlosio, Katerina Gogu, Horacio Guarany, Juan ramón Jiménez, Sylvia Plath, Matsuo Basho, José Manuel Flores o Kahlil Gibran.
RP¿Qué significado tiene en tu vida?
GU: Los autores y las autoras que me han marcado, me han influido de muchas maneras, no solo en un sentido poético o literario, sino en un sentido vital, pues entiendo que el acto creativo no solo es un aspecto que se devela y sucede en el ámbito artístico, pues también lo podemos encontrar en las elecciones de vida, en las formas en las cuales vivimos y decidimos ser y estar. Mis autores referentes lo son, por tanto, en diferentes planos, que a veces se superponen con el literario.
RP: Mirando el mundo, la actualidad, ¿qué posición, qué mirada debe tener el poeta frente a ella? ¿Te ha cambiado tu forma de ver y sentir el mundo?
GU: No soy nadie para decir qué mirada debe o no debe tener el/la poeta. Yo creo que el arte es una expresión libre que nace de forma honesta desde el interior hacia afuera y viceversa, y eso en cada ser humano, en cada contexto, circunstancia o momento puede y se expresa de diferentes maneras, más allá de la ideología de cada cual, la ideología dominante, el boicot, el autoboicot o las elecciones y objetivos que abrazamos en cuanto al arte como forma de expresión. Lo que sí puedo, y en mi opinión incluso debo, es plantear mi forma de entender la poesía y su relación con su presente, así como del/la poeta con la realidad que le rodea y le envuelve. Frente a esta, principalmente en lo que se refiere a las injusticias y a aquellos actos que merecen voz, sin duda alguna, el poeta y la poeta que soy, y sé que somos muchos/as, no puede callar y mirar para otro lado; es más, creo que las artistas tenemos la obligación y la responsabilidad de implicar nuestras letras y actos, como persona, como poetas, en todo aquello que alcanza nuestra mirada, sobre todo si te lo pide el corazón. Pero, reitero, creo que esta es una visión personal y profesional que solo puede ser entendida desde la voluntad y la libertad, y en mi caso, desde la necesidad.

RP. ¿Se puede volver a creer en la inocencia?
GU: La inocencia, como otras tantas realidades o esencias del ser, aunque pueda ser objeto de una fe o de un sistema de creencias, existe por sí misma más allá de que alguien crea en ella. Por eso, aunque se pierdan, aunque parezca que mueren, siempre se pueden volver a encontrar en los demás o reencontrarte con ellas; siempre habrá un lugar donde florezcan, independientemente de nosotros y de nosotras. Afortunadamente. Y lo digo con mucho respeto a tantas experiencias horribles y difíciles que vivimos en las que la perdemos y a las personas que las viven o padecen, y no con tanto respeto a sus autores/as y perpetradores, sobre todo a los/las que lo hacen conscientemente. La inocencia ha sido objeto, como la poesía, de menosprecio y discriminación, al igual que la vulnerabilidad, pero realmente hay mucha fortaleza y sabiduría en ellas.
RP: ¿Dónde encuentras el poema?
GUL: En un papel, en mi mente, en la pantalla de este ordenador en el escribo ahora, en un libro, en las pintadas de las calles, en el interior de las personas, en sus gestos, en sus actos, en el lenguaje corporal, en la fantasía que me inspira la inagotable realidad, en los acontecimientos más perversos y en los más bellos, en aquellos grandilocuentes, en los más pequeños, en los efímeros y en los grabados en piedra, en el silencio, en la música, en el ruido, en mi interior y en sus latidos, en los eventos más excepcionales y en aquellos cotidianos o en sus bucles, en el cielo, a ras de suelo, en el blanco, en el negro y en todos los colores, matices y acontecimientos que suceden entre ellos, en los extremos, en el medio, allí donde no hay luz, allí donde no es posible ver, y en el cenit del mediodía, sin luna, sin sol, no hay un solo lugar donde no pueda encontrar la poesía, pero, como en tantas cosas en la vida, hay que querer ver y puede que también saber.
RP. He leído tu libro Papillon, con prólogo de Antonio Orihuela. He conocido a Antonio en Voces del Extremo, y cómo entona la necesidad de crear conciencia en la poesíao a través de ella…Tu libro habla de romper cadenas, hacer una revolución, pero sobre todo veo una forma de volver a nosotros mismos. ¿La revolución comienza en uno mismo?
GU: Me gusta pensar, después de tantas experiencias y experiencia en este sentido, después de haber conocido y seguir conociendo a tantas personas buscadoras y activas, que la revolución se hace, y sobre todo empieza, más como se puede que como nos gustaría. Eso no significa que no nos podamos preparar dentro de nuestras posibilidades, ni poner de nuestra parte, ni aportar las condiciones más favorables para que se produzcan los cambios sociales, interiores y espirituales que necesitamos. Dicho esto, para mí no existe una jerarquía o una competencia entre las revoluciones, las evoluciones o los cambios de cualquier índole. Dejar unas para hacer otras no tiene mucho sentido a estas alturas, ni como sociedad o grupo, ni como individuo. Sí es verdad que no siempre podemos poner el foco con la misma intensidad en ambos sentidos. Pero me parece urgente y necesario buscar la manera de conciliarlas, de ponerlas al ras, revolucionarnos al mismo tiempo personal y colectivamente, en lo macro y en lo micro. Cambios y evoluciones que se practiquen de un modo holístico o integral. Soy consciente de que no es fácil. Y sobre todo, intentar no hacerlo solos/as, en la medida de lo posible, porque en algo así, todas y todos estamos juntos/as, por mucho que nos guste o que nos pese. Creo que esa revolución ya ha empezado.
RP: ¿Un verso que recuerdes…?
GU: …no te salves ahora ni nunca… (Mario Benedetti)

RP:¿Proyectos a corto plazo?
GU: Acabo de terminar el manuscrito de mi próximo poemario, que espero muy pronto esté editado y publicado y pueda empezar a presentarlo. . Me encuentro actualmente moviendo un espectáculo en solitario de música, poesía y teatro, en el que interpreto algunos de mis poemas y otros los recito con música, tocando la flauta traversa y el serrucho musical, con composiciones propias y de un grupo con el que he estado cinco años actuando, llamado Juglares Contemporáneos. Tengo algunos proyectos musicales con otros compañeros/as relacionados con la biomúsica y el acompañamiento al yoga y a la meditación, en los que toco una flauta hindú (bansuri), que están comenzando, pero que me hacen mucha ilusión y me permiten explorar la música de otros puntos de vista. Aún sigo presentando y moviendo mi último poemario, Papillon, aunque pronto tendré que centrarme en el nuevo.
RP: Gracias por asomarte a nuestra revista.
GU: Gracias a vosotros y a vosotras por pensar en mí y en mi propuesta artística, por darme la oportunidad de conocernos, también entre las/los lectores y por ser voz de tantas personas, por seguir apostando por la poesía y el arte.
