Por: José María Herranz Contreras

El paraíso es el lugar ideal del que se supone fuimos expulsados y que añoramos volver a habitar en algún momento del futuro. Las causas de dicha expulsión nunca quedaron claras, pero pudiera ser que nuestra pérdida de inocencia tuviera que ver algo, ya que, como todos sabemos, el mundo adulto es una locura y un infierno, y generalmente el tiempo de la juventud suele ser el de la felicidad y la inocencia, en mayor o menor medida.
El tiempo es un misterio, realmente pensamos en términos de lo que sucedió y lo que podría o debería sucedernos para ser felices, pero la felicidad es más bien un estado del alma, y generalmente lo percibimos en retrospectiva, cuando todo ya pasó.
Los haikus son pinceladas de un instante que se supone, deben reflejar un estado de ánimo, una emoción, tomando como excusa argumental la naturaleza en cualquiera de sus aspectos, y que deben provocar en el lector cierta iluminación, en el concepto budista del término. Esto dicho así, para nosotros los occidentales, suena un poco abstracto, pero en su origen los haijines japoneses (poetas que versificaban haikus, Matsuo Bashoo uno de sus maestros) pretendían tal cosa, y les llevaba toda una vida aprenderlo –y no todos lo conseguían, sabido es el perfeccionismo minucioso del carácter japonés.
Pues bien, estos “Haikus de Larache” de Fernando Gómez, creo que consiguen perfectamente reflejar esa emoción y sentimiento en esas pinceladas de instantes plenos de un paraíso lejano que en algún momento el poeta habitó plenamente y fue feliz, y por ello consigue transmitirnos esa felicidad de forma auténtica. Veamos:
“Mirando al mar descansa eternamente nuestro pasado.”
Con la ilustración de un anciano contemplando la lejanía de un atardecer sobre el mar. El anciano somos nosotros, nuestra vida ya fue completada, lo hicimos lo mejor que pudimos, desde luego, y ahora observamos la fuente de toda luz, el sol, la fuerza divina que nos ata a la vida y nos llena de esperanza, aun en los peores momentos; en el paraíso, que es Larache, el sol siempre se pone con la esperanza de un nuevo día de plenitud sobre un mar tranquilo que recoge todas las experiencias buenas que vivimos en la superficie y en el fondo las malas, de las que aprendimos de un modo u otro, pero cuyo dolor ya no nos afecta, porque se hundieron como pecios inservibles. Todo ello en un paisaje de playa, suspendido el tiempo. Todo ello, condensado en tres versos.
Y así el resto del poemario, estructurado en tres partes: Paseos por Larache, Campos de Larache, y Vagos pensamientos en el salón marroquí. Cada una con numerosos haikus, enriquecido cada uno de ellos con bellas ilustraciones de Jandro González que completan la pincelada del instante que formalmente requiere esta forma poética, para gozo del lector. Es importante destacar este aspecto de las ilustraciones, porque cada haiku tiene su dibujo acompañándolo y el retrato de cada escena es completo, la ciudad mágica, el paraíso, el lugar suspendido en el tiempo, cierran el círculo.
Personajes de la ciudad, niños, parejas, ancianos, mercaderes, salones de té, gente anónima y sencilla que sirven al poeta para observar los diferentes rostros y aspectos de la humanidad y su bondad, y le ayudan a completar el cuadro final del paraíso, mediante estas pinceladas, estas instantáneas fotográficas, digamos, que esbozan aquel lugar mítico –Larache- que en algún momento de su pasado le hizo feliz, y que ahora rescata para el lector en la confianza de que así podamos compartir su personal paraíso.
Doy fe de que lo ha conseguido, yo desde luego he sido trasladado allí junto a él, gracias a su lectura.
La felicidad es un estado del alma, ciertamente. Qué bello y extraño es todo.
Fernando Gómez es fundamentalmente novelista. Tiene en su haber once novelas y numerosos premios. Periodista de temas históricos, de viajes y misterio, ha recibido el premio al mejor libro de viajes del año 2020, otorgado por El club del buen turismo. “Haikus de Larache” es su primera incursión en el territorio de la poesía. El libro se completa con un impecable prólogo de Eloy Arenas, conocido actor, y con hermosas ilustraciones de Jandro González, ilustrador y dibujante profesional. Debo añadir que para ser su primer libro de poesía escrito, Fernando Gómez lo ha hecho impecablemente, demostrando un buen hacer y un oficio que muchos quisieran para sí, y con doble mérito ya que el haiku es una forma muy arriesgada para los poetas occidentales, ya que el haiku que tan de moda está desde los años 90 por estos territorios para nada tiene que ver con el haiku original japonés por muchos motivos, sobre todo por el carácter oriental, la lengua, la caligrafía –todo un arte en sí- y cierta rima interna o su ausencia. A grandes rasgos, en occidente debemos contentarnos con mantener la forma métrica más o menos similar y conservar el espíritu del tema, que ya ha sido mencionado anteriormente. En cualquier caso, estos “Haikus de Larache” son un libro para la contemplación gozosa y la meditación.

HAIKUS DE LARACHE, de Fernando Gómez.
Los libros del Mississippi. Colección Poesía, nº 32.
Madrid, 2022.
ISBN: 978-84-125464-1-5