TELESERIES PARA EL RECUERDO: EL SÉNECA.

Por: Tomás Sánchez Rubio

Lucio Anneo Séneca fue un cordobés ilustre cuya prolífica vida transcurrió entre el 4 a.C. y el 65 d.C. Pronto se le empezó a conocer como Séneca el Joven para distinguirlo de su padre, Marco Anneo Séneca. Aparte de una fecunda carrera política, ostentando diversos cargos públicos bajo cuatro emperadores: Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón ─de quien sería tutor y malogrado consejero─, Lucio fue un intelectual en toda la dimensión del término. Como escritor y pensador, pasó a la historia por ser uno de los mayores exponentes de la filosofía estoica. Conviene recordar que dicha escuela de pensamiento había sido fundada en Atenas a principios del siglo III a. C. por Zenón de Citio, a partir de la moral de los cínicos. Sus principios se asientan sobre el dominio y el control de las acciones, bienes, situaciones y pasiones que perturban nuestra existencia.

Las obras de Séneca, escritas en un estilo culto y retórico, pero a la vez accesible y cercano, se dividían en cuatro bloques: diálogos morales, cartas, tragedias y epigramas. Otros exponentes del estoicismo “tardío” serían el griego Epicteto o el emperador romano Marco Aurelio, autor de las célebres Meditaciones.

De Séneca, cuya influencia será más que notable en el apologista cristiano Lactancio o en los Santos Padres Agustín y Jerónimo, me quedaría particularmente con sus Cartas a Lucilio. Allí el autor dejaría, entre otras sentencias memorables, aquella que reza: “Nunca creas feliz a nadie que esté pendiente de la felicidad…” Por algo los clásicos son clásicos…

Lo cierto es que la huella de este gran pensador ha quedado incluso en una expresión tradicional propia del castellano, que consiste en llamar séneca a alguien cuyo entendimiento y sentido común nos produce especial admiración. Así pues, el mismo DRAE lo define como “hombre de mucha sabiduría”, si bien seguidamente señala su frecuente uso con valor irónico…                           

Este caso resulta similar al de “cicerone”, término que se aplicaba antaño al guía cultural que nos acompaña en nuestras visitas a conjuntos monumentales o museos, hablándonos con detalle sobre el sitio arqueológico o bien sobre las obras expuestas, en uno u otro caso. Dicho apelativo ─que parece haber sido utilizado paradójicamente en el ámbito anglosajón antes que en Italia─, procedería del cognomen del ilustre orador y escritor romano Marco Tulio Cicerón, nacido en Arpino, el 106 a.C., y fallecido en Formia, el 43 a.C.

Sea como fuere, volviendo al término séneca como sinónimo de persona culta, “entendida” y/o de claro juicio, el conocido escritor gaditano José María Pemán y Pemartín (1897-1981) se sirvió de él para crear un personaje televisivo, muy popular en los años 60-70.

Efectivamente, Pemán fue el guionista de la serie El Séneca, siendo el veterano actor Antonio Martelo Bejarano, natural de Sevilla, quien encarnaría al protagonista: un campesino andaluz, sencillo, sosegado, de buena condición e imbuido de un saber “popular” aderezado de sutil ironía. El Séneca compartía sus reflexiones y conclusiones sobre hechos acaecidos en el pueblo dentro del marco de una tertulia “de patio” formada por sus amigos, representantes de las fuerzas vivas de la localidad: el alcalde, el cura, el maestro y el boticario. Junto al protagonista y sus compadres, completaban el reparto los personajes de la viuda Doña Mati y su sirvienta Doloritas. La primera sería interpretada en un primer momento por Milagros Leal, madre de la también actriz Amparo Soler Leal, y posteriormente por Rita Santo. Por su parte, Rosa Luisa Goróstegui, veterana intérprete de la escena nacida en Cuba, encarnaba a Doloritas.

La primera emisión tuvo lugar el 21 de febrero de 1964. La serie estuvo dirigida por Juan Guerrero Zamora y Cayetano Luca de Tena. Cada episodio ─cuarenta y tres en total, de aproximadamente media hora de duración─ comenzaba con una breve presentación del propio autor. Los guiones de los episodios serían publicados en papel por Pemán con posterioridad.

Respecto al actor Antonio Martelo (1904-1970), diremos que cuando la serie se estrenó en TVE era un conocido intérprete de teatro y cine. Hijo de cantantes de zarzuela, desde pequeño estuvo en contacto con el mundo del escenario, debutando muy joven como meritorio en el Teatro del Duque, en su Sevilla natal. En 1927 haría ya de galán tenor en la obra Los extremeños se tocan, para convertirse más tarde en tenor cómico, estrenando un año más tarde La orgía dorada.

En el año 1946 se había convertido en primer actor, protagonizando las obras Mambrú se va a la guerra o Matrimonio a plazos. En 1955 lo encontramos en el Teatro de la Zarzuela con la comedia musical Al sur del Pacífico. No obstante, aparte de sus actuaciones en el mal llamado “género chico”, veremos interpretaciones suyas en dramas como La Malquerida, de Jacinto Benavente, junto a la gran Lola Membrives. Cabría destacar su participación en el montaje del estreno en España de La noche de la iguana, de Tennessee Williams, en 1964. Tras una gira por toda Sudamérica se integró en la Compañía Lírica de Tomas Bretón, y más tarde en la de José Luna, representando en 1966 la obra El amor no tiene edad.

En el mundo del cine, Martelo debutaría en 1945 con un pequeño papel en la película El destino se disculpa, de José Luis Sáenz de Heredia, con Rafael Durán y Fernando Fernán Gómez. Posteriormente vendrían Don Juan Tenorio (1949), también de Sáenz de Heredia; La niña de fuego (1952), de Carlos Torres Ríos; La canción del olvido (1969), de Juan de Orduña, o No somos ni Romeo ni Julieta (1969), de Alfonso Paso.

Sin embargo, el medio que le proporcionó mayor popularidad fue sin duda la televisión. En 1964 debutaría con la obra Las estrellas, dentro del espacio Teatro de humor; posteriormente, lo haría en los espacios Teatro de siempre, Novela o el añorado Estudio 1.

La serie El Séneca se emitió durante tres temporadas (1964-65; 1967-68; 1969-70) con enorme éxito de audiencia. Sin embargo, se vio bruscamente interrumpida por la muerte en accidente automovilístico del protagonista, Antonio Martelo, la víspera del Día de Reyes de 1970, en Málaga.

Fue tal el éxito de la serie que la imagen de Martelo en su papel de El Séneca televisivo, junto a la de José María Pemán, se plasmó en un sello de correos emitido en 1997, dentro de la serie Literatura española – Personajes de ficción.

En 1995 comenzaría a rodarse una continuación de la serie, de veintiséis episodios y treinta minutos cada uno, en los platós de la productora Savitel de Dos Hermanas, desarrollándose los exteriores de Sanlúcar la Mayor (Sevilla). Fue emitido por Canal Sur a partir de abril de 1997. Esta nueva versión fue dirigida por Manuel Ripoll, con notables éxitos en su carrera, de los cuales muchas amigas y amigos recordamos seguro su trabajo más destacado: la serie Tristeza de amor, protagonizada por su entonces pareja, Concha Cuetos.  El papel protagonista recaía en el curtido actor onubense Idilio Cardoso, junto a Imperio Argentina como Doloritas, y María José Alfonso encarnando a Doña Mati. Asimismo, contó con la participación del gran Manolo Zarzo, en el papel de Don José, que había sido interpretado treinta años antes por Julio Goróstegui.

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