«HUMANOSIS» DE SANDRA BRUNO: UNA POÉTICA SOBRE LA DESCONEXIÓN HUMANA.

LIBRO ESENCIAL

Por: Isabel Rezmo

Rostros benignos para todo
He aquí el vacío que los fija
Su muerte servirá de ejemplo

Paul Éluard

Hay épocas que deberían habernos hecho cambiar, o al menos, nos hubieran hecho ser más críticos. El ser humano, suele caer en la misma piedra, y eso siempre ha sido una terrible certeza en todos nosotros.

El caos y el desorden son las caras de este universo que grita por mantener el  equilibrio. ¿Mantener su estatus?

Ya no podemos creer en la mirada de los girasoles;  hay un submundo nacido después de la pandemia .Nuestro propósito de cambio, aquel, que se gestaba a las ocho de la noche, en cada balcón ha muerto o quizás nunca existió.

Debimos aprender sobre la conexión humana. Y no es aquella que se domina tras una pantalla, una tablet, una videoconferencia. Y ha puesto de manifiesto la xenofobia y la culpabilización; vínculos sociales débiles que afectan la comunicación y la confianza.

En torno a este universo, conviene leer y situar el libro de Sandra Bruno: Humanosis.

Humanosis (Olé Libros, 2022) es un libro que cabe una mirada a una sociedad distópica, carente de humanidad; como una cebolla, se desprende de  sus capas, hasta dejar el nivel más pueril al ser humano. Explora temáticas como la deshumanización, el totalitarismo, la opresión, la alienación, la destrucción ambiental, o la manipulación tecnológica.  Retrata la sensación de aislamiento y desconexión. 

Hemos mutado a una piel de cemento
Manchada de llantos, enojos y antojos

Como una crisálida, estamos en constante transformación, y Sandra nos invita a desarrollar nuestros sentidos y nuestra piel, en un mundo cada vez más hostil. Exige una mirada hacia dentro, para comprender el mundo que hemos construido y que se desmorona ante nuestros ojos.

Por debajo de mi piel
Temo la soledad
Que me aparta de ti,
Que me convierte en anónima
En medio de este loco frenesí.

Tres apartados: en el libro: “Sin piel”, “Crisálida” y “Sombra sin alas”. Tres dimensiones que se unen entre sí con poemas, sonoros, visuales, con grandes dosis sinestésicas. La emoción recorre todos los sentidos del lector y se funde en un solo eco, pero también alumbra una necesidad: la comprensión.

Creo que es el motivo final de este libro. Comprender para ser comprendido. Y la poesía es la unión de realidades que no se entienden, que no se perciben, que enfrían las conciencias y las desechan de certidumbre. Hace falta dotar a la poesía de conciencia y sabiduría.

Nuestra piel está hecha de palabras condensadas en el tiempo al abrigo de la melancolía, de la nostalgia, del recuerdo, del amor , del desamor. De los juicios creados, de las miradas urdidas. De una caricia. Pero parece que eso ya no importa.  Tuvieron que encerrarnos, para darnos cuenta de algo que siempre tengo presente y que intentamos tapar, obviar y es la vulnerabilidad.

La vulnerabilidad es otro elemento importante en este libro.  La lucha interna, la búsqueda de la autenticidad y la capacidad de conectar con lo más profundo de uno mismo. 

En  su poema Mientras el mundo se desmorona, la supervivencia es otro manjar de este poemario. Pero un superviviente no necesita ser un derrotado. Alguien que ha sobrevivido a una situación difícil no necesita ser considerado como alguien que ha sido vencido o derrotado. Implica que la supervivencia, aunque difícil, puede ser una victoria en sí misma, y que la persona que ha sobrevivido puede aprender y crecer a partir de la experiencia.  

Aceptemos las derrotas, aceptemos lo real del ser humano. Y que la poesía sea el lugar de encuentro, y de nombres. De palabras,  que suenen y vivan en nosotros.  Gritemos las preocupaciones y los miedos de la sociedad moderna, y recodemos la importancia de la libertad, la humanidad y la responsabilidad social:

Mas nuestra época es como la escritura:
Se mide por su armonía entre espacios y personas,
Entre garras inquisidoras que nos ahogan y alas de piel.

Y recordemos que el poeta es la mirada del otro. La mirada que siempre contempla, asume, y dicta, para encontrar una necesidad y un fin, en su trabajo:

 No escribimos para la historia de la literatura: escribimos para los ojos helados y las trémulas manos de la mujer, del hombre.

Jorge Riechmann

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