La Closerie des Lilas
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Septiembre comienza con nuevos contenidos en Proverso, y nuestro objetivo es traeros nuevos autores que podáis conocer a través de nuestra revista.
En esta ocasión os traemos la figura del poeta y dramaturgo William B. Yeats.
William Butler Yeats fue y es una de las figuras más relevantes de la literatura del siglo XX. La obra de este poeta y dramaturgo se vio muy influida por el patrimonio y la política de Irlanda, su tierra natal.
Escritor, poeta y dramaturgo irlandés, estudió Pintura en la Escuela Metropolitana de Arte de Dublín, aunque es conocido por sus poemas, obras de teatro y relatos que le llevaron a ser galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1923, “por su siempre inspirada poesía, que con una forma de gran valor artístico ha dado expresión al espíritu de toda una nación”.
Aunque Yeats nació en Dublín, Hijo del pintor John Butler Yeats y miembro de una antigua familia irlandesa protestante, al poco tiempo su familia se mudó a Sligo. Yeats llegó a considerar Sligo el hogar de su niñez y compuso una serie de poemas inspirados en su entorno. Las montañas, los lagos y la sabiduría tradicional del lugar le llevaron a escribir el que quizá sea su poema más famoso, “El lago de la isla de Innisfree”.
La belleza del condado de Sligo, al que Yeats se refería como “la tierra del deseo del corazón”, fue el tema principal de sus primeros poemas. Ben Bulben es una inquietante protuberancia en la costa de Sligo, y Yeats sintió su presencia tan profundamente que escribió el poema “Bajo Ben Bulben”. La relación entre Yeats y la montaña ha perdurado hasta hoy en día, pues está enterrado bajo su sombra en el cementerio de Drumcliff
Se estableció definitivamente en Dublín tras varios años en Inglaterra y escribió numerosas piezas teatrales inspiradas en la mitología celta y las tradiciones irlandesas, dentro de un estilo claramente simbolista. También se dedicó a recoger leyendas del folclore y escribió varias antologías sobre el tema. También fue conocido por su interés por el ocultismo y el espiritismo, llegando a formar parte de la orden esotérica Golden Dawn.
Tras la independencia de Irlanda, Yeats fue elegido senador, cargo que ocupó durante seis años, y mostró un renovado interés por la poesía. De entre su obra en este periodo habría que destacar títulos como El casco verde, Los cisnes salvajes de Coole, La torre o Últimos poemas y obras de teatro.
En 1923 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura, tanto por su obra, de gran importancia dentro de la literatura irlandesa como elemento diferenciador de la cultura inglesa, como por su papel destacado dentro de la independencia de Irlanda.
La poesía de Yeats fue reunida en 2010 con la traducción de Antonio Rivera Taravillo (traductor de Keats, Shakespeare y Milton, entre otros) en la Editorial Pre-Textos. Es el ejemplar que ha caído a mis manos, y cuya lectura me enfrasqué hace meses tras descubrir su biografía y su legado por estos rincones cibernéticos.
He descubierto un gran poeta que se vio influenciado por los acontecimientos de su país, y del amor y devoción que profesó por Irlanda. De hecho, abrazó durante un tiempo la causa del nacionalismo irlandés; estudió y resaltó su mitología, leyendas, mitos, como he apuntado en su biografía.
Recojo de una nota que he leído, en un artículo, sobre su figura de la mano, nada más y nada menos que de Luis Cernuda: nos hallamos en presencia de un gran poeta. “Y no sólo de un gran poeta, sino de un hombre excepcional cuya actividad, tanto en la vida como en la poesía, resulta ejemplar y puede, por lo tanto, y debe, ser guía para otros.”
Su poesía reúne lo íntimo, lo popular, lo sobrenatural, lo político. El pueblo es el mejor reflejo de la cultura de un país y él lo llevó por bandera a lo largo de su vida, representando el ser irlandés como una identidad propia y arraigada en lo más profundo de su corazón.
Encontrar la verdad fue el motor de su vida. Fue más allá de lo superficial; y a través de su amor y pasión por la poesía, intenta alcanzar los misterios que la vida encierra. Temas tan fundamentales como Dios, el alma, la vida, la muerte, la eternidad…, puesto que lo espiritual, lo esotérico fueron los temas principales que abordó y que trató de reflejar en su poesía.
Sirva de ejemplo estos tres poemas que ponemos a continuación.
EL INDIO A SU AMOR La isla sueña bajo el alba, grandes sauces gotean tranquilidad, pavas bailan sobre finas yerbas y en un árbol un loro se mece rabiando ante su reflejo en el esmalte del mar. Aquí mismo atracaremos nuestro solito barco y vagaremos metiéndonos siempre mano, chupando susurros suavemente a lo largo de las yerbas, las arenas, lanzando susurros sobre lo lejos que nos quedan esas tierras intranquilas, y cómo, ocultos cada uno bajo un sauce, nos quedamos los únicos mortales, al tiempo que el amor una estrella india desarrolla— de corazón ardiente, meteoro— unido a la espléndida marea, los vientos que esplenden y destellan los sauces pesarosos, palomas tan bruñidas que gimen y suspiran por cien días: igual que al morir divagarán nuestras sombras cuando la tarde acalle las cosas emplumadas con huellas de vapor a lo largo de las mareadas llamas del reflejo. LA ROSA DEL MUNDO ¿Quién soñó que la belleza pasa como un sueño? Por estos labios rojos, con todo su triste orgullo, triste de que ningún nuevo portento pueda suceder, Troya desapareció en funérea lumbre y los hijos de Usna murieron. Pasamos con el mundo jadeante: entre almas que flaquean y el paso ceden, como las aguas pálidas en su curso invernal, bajo estrellas que pasan, espuma de los cielos, continúa viviendo esta faz solitaria. Inclinaos, arcángeles, en vuestra oscura morada: antes de que vosotros existierais, o corazones latieran, cansada y dulce una se quedó ante Su asiento; y Él hizo que el mundo fuera un camino de hierba ante sus pies errantes. LA ISLA DEL LAGO DE INNISFREE Me levantaré ahora e iré, iré a Innisfree, y haré allí una humilde cabaña de arcilla y zarzas; nueve hileras de judías tendré allí, una colmena que me dé miel y viviré solo en un claro entre el zumbar de las abejas. Y allí tendré algo de paz, pues la paz viene gota a gota y cae desde los velos matinales a donde canta el grillo; allí la medianoche es una luz tenue, y un cárdeno brillo el mediodía, y colman el atardecer las alas del pardillo. Me levantaré ahora e iré, pues siempre, día y noche, oigo el rumor del lago ante la orilla; cuando estoy en la calzada, o en las grises aceras, lo oigo en lo más hondo de mi corazón