POR: Marcos López Herrador

La Historia es la narración ordenada cronológicamente de los acontecimientos pasados y hechos memorables.
También se puede definir como la disciplina que tiene por objeto de estudio el pasado de la humanidad y como método el propio de las ciencias sociales.
Por otro lado, se llama propiamente Historia al periodo comprendido entre la aparición de la escritura y la actualidad, pues al periodo anterior se le denomina Prehistoria.
Todos los pueblos tienen historia, porque todos los pueblos están en el tiempo y para todos pasa. Para cada pueblo, conocer su propia historia resulta importante porque cada uno es el resultado final de lo que ha sido a lo largo de siglos.
La Nación, que es el ser colectivo al que pertenecemos, con el que nos identificamos y que nos identifica, se construye sobre la base de una serie de elementos esenciales, de los que quizá el más relevante es el de la historia compartida. Si el hombre es producto de lo que ha vivido, los pueblos son el producto de su historia.
La Nación es lo que somos como colectividad, es lo que podemos identificar como el “nosotros”, es la comunidad que comparte un territorio, lengua, cultura, creencias, valores, antepasados, destino; que se siente solidaria entre sí, que se identifica a sí misma como un colectivo con voluntad propia e independiente de otros colectivos, y que está dispuesta a defenderse de las agresiones a sus miembros o a sus intereses.
Cuando la Nación existe, suele dotarse de un Estado para gestionar y administrar los asuntos que a todos interesan, y para relacionarse con otras naciones en el ámbito internacional.
Si algo caracteriza a la Nación es que se ha formado decantándose lentamente con el transcurso de los siglos. Es un patrimonio que nos viene dado. No es el producto de la voluntad de la generación actual. Es un valor que recibimos y que estamos obligados a transmitir a las siguientes generaciones fortalecido y cuidado.
Todas las naciones tienen, como ya he dicho, su historia. Todas están en el tiempo y eso implica actuar en él y, por tanto, tener memoria de los propios hechos. Dicho así parecería que carece de mérito tener historia, y puede que así sea para la mayoría de los países.
España es un país con una historia excepcional que hoy en día somos incapaces de valorar, porque la crisis de 1898, en la que se pierden los últimos restos del Imperio, coincidió con una brillantísima generación de intelectuales, que lamentablemente pusieron su genialidad al servicio de la construcción de la idea de que somos una nación fracasada, que debe desprenderse de los valores que la han llevado a la ruina, cuando lo cierto es que esos mismos valores han construido la Historia más gloriosa y de mayor asombro que el mundo ha conocido. No somos conscientes de hasta qué punto España ha colaborado con su esfuerzo y sacrificio a construir el mundo tal y como lo conocemos.
Apiano decía ya en el siglo II: “El tamaño de Iberia, llamada ahora Hispania, es grande e increíble para tratarse de un solo país”. Hispania ha sido percibida desde siempre como una unidad. Pero es a principios del siglo VIII cuando comienza su aportación decisiva en la construcción de Occidente, como quizá sólo lo han hecho en el mundo una o dos naciones más.
A principios del siglo VIII el islam invade la península. Es una fuerza que está conquistando el mundo y pretende conquistar Europa. Bien es cierto que en el año 732 es detenido en Poitiers, cerca de París, pero si no vuelven a intentarlo es porque un grupo reducido de cristianos inicia la Reconquista en Asturias y no darán oportunidad a un nuevo intento. En el siglo XII los reinos cristianos de España harán fracasar el intento almohade de tomar Roma. Terminada la Reconquista, España aportará al mundo el descubrimiento de América y a la cultura occidental ese continente y el Pacífico hasta las Filipinas. España para a los turcos en Lepanto y los vuelve a parar a las puertas de Viena y forja el mundo hasta el siglo XVIII. Occidente es hoy lo que España, Inglaterra y Estados Unidos han construido en los tiempos modernos. Los anglosajones pretenden arrebatarnos ese protagonismo.
Esta es la Historia que quieren que ignoremos quienes saben que, si consiguen que ignoremos lo que somos, destruirán nuestra nación.