NUESTRA INFANCIA CON MARÍA LUÍSA SECO

Por: Tomás Sánchez Rubio

El pasado 1 de junio, festividad de san Justino, María Luisa Seco Lumbreras hubiera cumplido setenta y cinco años. Posiblemente haya bastantes personas a las que este nombre no les diga nada; sin embargo, a quienes −como cantaba Carlos Gardel− pueden afirmar que “las nieves del tiempo platearon mi sien”, les puede evocar agradables momentos de la niñez.  En mi caso, desde luego, es así.

En efecto, quisiera, en este primer artículo del curso 23-24 en Proverso, rendir a título personal un humilde y sincero homenaje a aquella presentadora menuda y de pelo naranja, pero carismática e incansable pedagoga, en cuya compañía crecimos tantos niños y niñas durante los años de la televisión en blanco y negro. Su vida ─demasiado breve─ no pudo ser más fructífera, por cuanto la dedicó en buena parte a tantos locos bajitos, como los llamó Serrat, cuya imagen guardan en un lugar, quizá no pequeño, de su corazón. Afectada de un cáncer óseo, falleció el 22 de abril de 1988 en Madrid, la misma ciudad donde naciera. Tenía treinta y nueve años. Desde entonces, sus restos descansan en el Cementerio Parroquial de Carabanchel Bajo.

María Luisa Seco había estudiado magisterio −profesión a la que se dedicaría durante un año− así como psicología infantil. Más tarde, trabajó en la compañía aérea Iberia, también durante un año.

Sus comienzos en TVE tienen lugar en 1966, cuando se incorpora al programa Buenas noticias, de la mano del célebre comunicador Alfredo Amestoy. El bilbaíno, todo un referente periodístico durante décadas, poseía ya una amplia experiencia en radio, al igual que en la pequeña pantalla, con programas como Plaza de España o Quién, qué, cómo, dónde y cuándo.

María Luisa colaboraría, asimismo, de 1966 a 1967, en Escala en hi-fi, espacio musical donde, por primera vez en España, se utilizó la técnica del play-back. Actores y actrices, en mayor o menor medida conocidos, prestaban su imagen a las voces y éxitos musicales del momento, en tanto que desarrollaban una historia narrada por un presentador. El popular programa, auténtico precursor de los videoclips en nuestro país, había comenzado a emitirse en 1961, y desde 1963 se incluía en el magazín Teledomingo. Su realización corría a cargo de Fernando García de la Vega, quien también había sido el artífice de tal formato. En la primera temporada estuvo presentado por el actor Pablo Sanz, para más tarde ser sustituido por el cantautor barcelonés Juan Erasmo Mochi.

Tras su paso por los programas Biblioteca juvenil (1966-1968) y Discoteca joven (1968), María Luisa intervendrá, de 1968 a 1970, en Antena infantil. En este espacio vespertino de dos horas de duración, se incluían las primeras aventuras de Los chiripitifláuticos, que pasaron a tener un programa propio en 1970, dejando de emitirse a principios de 1974. ¿Quién no ha conocido o escuchado hablar de Locomotoro, del Capitán Tan, Valentina, el Tío Aquiles, los Hermanos Malasombra…? Más tarde, aparecieron otros personajes como el payaso Poquito, Filetto Pacocómico −con su león de peluche Leocadio− y el pequeño Barullo. Esta alegre y entrañable pandilla personificaría el mayor éxito televisivo infantil en España hasta la llegada de Los payasos de la tele en 1972.

Una efímera incursión de María Luisa en el cine tuvo lugar con la comedia de 1968, dirigida por Manuel Summers, No somos de piedra. Protagonizada por Alfredo Landa y Laly Soldevila, la película fue estrenada junto con el documental Ama Lur, como parte de la representación española en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián de aquel año. Como curiosidad, diremos que en dicha cinta intervenían, en el papel de monjas, Lucía Bosé y Natalia Figueroa.

En 1969 la presentadora se casaría con el gran profesional de la radio Pepe Domingo Castaño. Tiempo después de su divorcio en 1981, María Luisa se uniría al ilustrador holandés Louke Timmermans.

Siguiendo con su fecunda carrera televisiva, en el programa Con vosotros, María Luisa Secotuvo una sección propia donde, desde 1970 hasta 1974, y de lunes a viernes, presentaba y comentaba un libro de literatura infantil. No obstante, su popularidad crecería notablemente con Zoo loco, espacio de pegadiza sintonía dedicado a las mascotas, dentro de Todo es posible en Domingo (1974), programa dominical de variedades que vino a rellenar el hueco dejado por Tarde para todos, de corte similar. Junto a la comunicadora madrileña, aparecían en distintas secciones del magazín profesionales del medio como Juan Antonio Fernández Abajo (deportes), Marisa Medina (música), Kiko Ledgard (concursos) o Tico Medina (entrevistas). Colaboradores habituales fueron, asimismo, el experto en conducción Paco Costas, el reconocido y añorado parapsicólogo Fernando Jiménez del Oso, el doctor Manuel Rosado o los humoristas Luis Sánchez Polack y José Luis Coll – los recordados Tip y Coll−.

No obstante, el éxito profesional indiscutible −además de inmediato− para María Luisa Seco, vendría de la mano de Un globo, dos globos, tres globos. Efectivamente, el 6 de octubre de 1974 se estrenaba, al comienzo prácticamente del curso escolar, un espacio icónico de aquella época y de la historia de la televisión infantil en nuestro país y que se mantendría cinco años en antena. Con guiones de la polifacética Lolo Rico, los presentadores eran María Luisa y Manolo Portillo, una cara también conocida de los más pequeños por su participación en La Casa del Reloj (1971-1974). Se trataba de un contenedor televisivo que incluía programas educativos, series, dibujos animados y concursos, emitiéndose de lunes a viernes, justo a la hora del pan con chocolate a la vuelta del colegio. Allí surgieron Los payasos de la tele, El taller de la música, Ábrete Sésamo, La abuela Cleta o El mundo de la música. Habituales colaboradores del programa eran el marionetista Alejandro Millán y la poeta Gloria Fuertes, quien leía textos de creación propia, con ese estilo cercano y afable que la hizo tan querida del público infantil. La característica canción que anunciaba el comienzo del espacio también había sido creación de la escritora.

La profesionalidad y buen hacer de María Luisa hizo que obtuviera su segundo premio TP de Oro como Mejor Presentadora en 1975, habiéndosele concedido el primero en 1973.

Sin abandonar Un globo, dos globos, tres globos, la madrileña se embarcó en El monstruo de Sánchezstein, junto al gran Pepe Carabias, en el papel del simpático monstruo Luis Ricardo, y Juan Pedro Valentín como el estrafalario doctor Sánchezstein. Este original programa concurso había nacido con un piloto en 1973 titulado Oído, vista y siga la pista, protagonizado por el Robot Ignacio, no pareciendo llamar la atención en su momento. Sin embargo, la revisión del formato por parte de Guillermo Summers vería la luz el 10 de abril de 1977. María Luisa Seco hacía el papel de Amanda, asistente del doctor. Se trataba de un espacio donde se mezclaban diversas pruebas que con el tiempo se convertirían en conocidos juegos televisivos, como sería el caso de La ruleta de la fortuna. Durante su emisión saldría al mercado un disco donde la presentadora entonaba una canción alusiva a su nombre ficticio: “El chachachá de Amanda”.

El martes 24 de mayo de 1979 nacería otro de los programas en los que estuvo implicada: La mansión de los Plaff. Se trataba de una comedia de situación ambientada en un castillo habitado por el monstruito Patuchas. Participaba un elenco de actores más que notable: María Fernanda D´Ocón, Valeriano Andrés, Paco Racionero, Violeta Cela y el bailarín y coreógrafo Giorgio Aresu. María Luisa interpretaba a una cartera que llevaba la correspondencia al resto del “reparto”.

Por último, llegaría el programa Hola chicos. Se trataba de un pequeño espacio de cinco minutos, que servía como introducción a la programación de tarde orientada a los más pequeños. Niñas y niños acudían al plató a contar sus historias, a hablar de sus películas preferidas o a mostrar sus dibujos. De vez en cuando se acercaban personajes de actualidad junto a sus hijos. Estuvo en emisión desde el 10 de marzo de 1984 hasta 1987, cuando María Luisa, debido a la enfermedad, tuvo que abandonar los estudios de Televisión Española, donde había desarrollado su carrera profesional durante más de dos décadas.  En la tarde del 5 de enero de 1987 retransmitiría la cabalgata de Reyes Magos de Madrid, acompañada de otros famosos como Los Electroduendes, Miliki y Rita Irasema, Milikito o José Luis Perales…

Una faceta suya no demasiado conocida fue la de escritora de cuentos infantiles. No es extraño tal actividad en una persona entregada de tal manera al mundo de la infancia a lo largo de toda una vida. En este sentido, contamos hoy con títulos entrañables, que merecerían por sí solos un artículo aparte: Juan 2, ilustrado por Javier Jato(Editorial Igreca, 1973), Don Blanquisucio, ilustrado por Ulises Wensell (Editorial Miñón, 1978), o Cantidubi (Didascalia, 1983). Tales obras se han convertido, junto a sus programas y su memoria, en un legado de valor difícilmente medible de María Luisa Seco para quienes crecimos viéndola en la pantalla pequeña y aprendiendo con ella a ser los adultos que hoy somos.  

Un comentario en «NUESTRA INFANCIA CON MARÍA LUÍSA SECO»

  • septiembre 17, 2023 a las 6:42 pm
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    Inolvidable María Luisa Seco. ¡Quién no recuerda aquel «cantidubidubidubi, cantidubidubidá»! En fin, los héroes y heroínas de nuestra infancia… Muchas gracias por escribir esto que, casualmente, leo el mismo día del fallecimiento de Pepe Domingo Castaño, a quien yo recordaba por 300 millones.
    Un saludo

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