El íntimo caos

Por: Kepa Murua

Los sucesos vividos nos sirven para interpretar la sociedad y el mundo que nos rodea. La historia tiene su lenguaje, su interpretación y, a veces, su oscuro misterio si se prolonga como una metáfora o un tópico que nos define y arrastra con el paso del tiempo. Tiene pese a todo sus sombras y sus luces. La más cercana puede resultar peligrosa si no podemos reconocer con ella a nuestros semejantes, y la más lejana, la que se olvida antes, puede que quede como un pretexto de la memoria colectiva que desde el origen se confunde con la locura de nuestro tiempo. Pero la historia, variable y cambiante por momentos, con mil sucesos distintos y desconocidos en su devenir, termina repitiéndose. Lees los sucesos de antaño y porque son otros los protagonistas crees que la historia no te pertenece. Analizas las fotografías de un viejo álbum familiar y parece que el tiempo se ha detenido. Juzgas las distintas interpretaciones que se hacían de las noticias del momento y constatas que aquel hombre se equivocaba con su premonición ante un futuro incierto, como te equivocarías tú si te atrevieses a encerrar en una sola frase la frágil realidad que te rodea en vida. Así es el desafío de la historia: nos exige retratarnos como hijos de nuestro tiempo, pero sin que apenas seamos conscientes del ligero desplazamiento al que fuimos sometidos, nos separa del pasado y nos impide ver con claridad el futuro. La historia es traicionera y le gusta jugar con el hombre. Las pasiones, los sentimientos, las sensaciones no han cambiado. La ira se siente como antes, la soledad es la misma, la verdad y la mentira adquieren por momentos otro significado, y como el infierno ya no existe y la confusión es eterna, nadie se reconoce ahora en los hechos que impulsaron la historia reciente. La dificultad de interpretar con calma las sensaciones contradictorias que nos invaden cuando sometemos el pensamiento a una única idea nos lleva a creer que vivimos tiempos nuevos y sorprendentes, cuando en realidad solo cambia el íntimo caos del envoltorio. La historia existe en nuestros errores y convive con nosotros cuando creemos que no existe. Se repite y se aparece a menudo, pero con un disfraz diferente parece que nunca la hemos visto antes. Como la poesía, agazapada y confundida con el entorno, se descubre cuando menos te la esperas, riéndose de la inteligencia que la vida guarda en nosotros.

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