ANGÉLICA

Por: Tomás Sánchez Rubio

El lunes 29 de abril de 1974, en el cine Amaya de Madrid se estrenaba la película La prima Angélica, dirigida por Carlos Saura y protagonizada por José Luis López Vázquez. El 28 de ese mismo mes nacería en Alcobendas nuestra internacional Penélope Cruz. Días antes, el 24, el reportero Manuel Alcalá realizaba desde Lisboa para TVE, siendo director general del ente Juan José Rosón, la cobertura de la conocida como Revolución de los claveles. El impacto de la retransmisión fue considerable en aquellas postrimerías del antiguo régimen.

En una España de poco más de 35 millones de habitantes, donde triunfaban en el panorama musical grandes intérpretes como Camilo Sesto, Juan Camacho, el grupo Fórmula V o Isabel Pantoja -que sacaría a la luz su primer álbum de estudio, Fue por tu voz-, durante 1974 el cine nacional conocería asimismo interesantes éxitos, unos de taquilla y otros de crítica. Entre ellos, destacan El amor del capitán Brando, de Jaime de Armiñán, -que en Madrid se mantendría en cartel cuarenta y cuatro semanas-; La Regenta, de Gonzalo Suárez, o Tormento, de Pedro Olea. No obstante, el filme La prima Angélica alcanzaría un significado especial en aquellos momentos. Prueba de ello es que los reconocimientos no se hicieron esperar: Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes, Premio a la mejor cinta en el Sant Jordi de Barcelona, Premio a la mejor fotografía en las Medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos… Tampoco tardarían en llegar las reacciones políticas. El gallego Pío Cabanillas, quien detentaba la cartera de Información y Turismo en el II Gobierno de Carlos Arias Navarro, fue cesado por orden del mismísimo Francisco Franco -según aseguraba José María Bandrés sus Memorias– por permitir la proyección de la película con que Carlos Saura cerraba su trilogía sobre la guerra y sus secuelas sociales completada con El jardín de las delicias (1970) y Ana y los lobos (1973).

La prima Angélica, rodada en Segovia, Navas de San Antonio y los alrededores del pantano de Riofrío, contaba con un soberbio plantel de actores y actrices. Casi todos ellos interpretaban más de un papel, dentro del juego cinematográfico ideado por Saura de continuos saltos en el tiempo hacia adelante y hacia atrás. José Luis López Vázquez encarnaba a Luis, el protagonista, tanto en su etapa infantil como en la adulta; Lina Canalejas hacía las veces tanto de la madre de Angélica niña como de Angélica mayor; una jovencísima María Clara Fernández de Loaysa haría de Angélica en su infancia y de hija de la adulta. Por su parte, el gran Fernando Delgado, interpretaría a Miguel y a Anselmo, padre y marido respectivamente de Angélica. Junto a ellos, tendrían un espacio en la cinta Encarna Paso, Pedro Sempson, Lola Cardona, Julieta Serrano, María de la Riva, José Luis Heredia o José Villasante. Una mención especial merece la veterana actriz que encarnaba a la anciana Pilar, tía soltera de Luis. Se trataba de Josefina Díaz Artigas, toda una institución de la escena española durante el pasado siglo, a quien considero que debo dedicar unas palabras. En efecto, si bien nació en Argentina en 1896, Josefina viajó muy joven a España, muriendo en Madrid a finales de 1976. Aquí se formaría en la Compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza. Comenzó a destacarse a partir de 1924, cuando estrenó Lecciones de buen amor, de Jacinto Benavente e interpretó El genio alegre de los Hermanos Álvarez Quintero. Formó compañía propia con su marido, el figuerense Santiago Artigas, estrenando entre otras, obras de Eduardo Marquina, los Machado, o bien de autores extranjeros, como Casa de Muñecas (1929), de Ibsen. ya iniciada la década de 1930, Se une profesionalmente a Manuel Collado, Hay que destacar por encima de cualquier otra interpretación, el estreno de Bodas de sangre, de Federico García Lorca, en el que también participó Amelia de la Torre. Alejándose de los horrores de la Guerra Civil española se trasladan en una gira por Sudamérica que se prolongaría hasta 1939. En 1951 fue designada profesora de la Escuela de Arte Dramático de Montevideo, tarea en la que permaneció hasta 1954. De regreso a España, a instancias de José Tamayo estrena La muerte de un viajante (1952), de Arthur Miller; posteriormente continuaría actuando de manera esporádica hasta la década de 1970 con obras como El jardín de los cerezos, de Chejov. El paso de Artigas por el cine fue efímero si bien fructífero, sobre todo en la madurez. Destacan en su palmarés: Un bandido en la sierra (1927), de Eusebio Fernández Ardavín, junto a Santiago Artigas, Manuel Dicenta y Emilio Mesejo; Un trono para Cristy (1960), de Luis César Amadori; La prima AngélicaCría cuervos (1976). En esta última producción, encarnará a la abuela de Ana, la protagonista.

Respecto al argumento de La prima Angélica, diremos que el drama gira alrededor de Luis, un hombre de mediana edad, soltero e introvertido, que vuelve a su tierra natal, Segovia, para dar sepultura a los restos de su madre en el panteón familiar. Allí, rememora su infancia y adolescencia como Luisito, especialmente el amor que sentía por su prima Angélica. Los padres de Luisito lo habían dejado en casa de su abuela antes de las vacaciones de verano, donde vive los días previos al inicio de la Guerra Civil junto a dos de sus tías: Pilar, soltera, a quien dejara el padre de Luisito por su hermana Luisa; y la otra, casada con el soberbio Miguel, y madre de Angélica. La tercera tía es una monja de clausura que sufre estigmas como aparente señal de su santidad… Tales recuerdos se entremezclan con la cotidianidad de la estancia de Luis en la Segovia actual, donde una anciana tía Pilar reside en el mismo bloque que una Angélica adulta, casada en un matrimonio infeliz con el insulso Anselmo y madre de una niña, también de nombre Angélica. Luis vivirá a caballo entre los dos mundos. Los momentos de realidad, pues, serán invadidos por los de la evocación, hasta que ambos planos lleguen a confundirse.

El periodista y crítico Lorenzo López Sancho publicará en ABC, el 3 mayo 1974, una estimable reseña que conservamos en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. En ella hace el siguiente análisis acerca de la novedosa técnica usada por el director oscense: “El procedimiento usado por Saura es muy delicado, muy difícil. En la mente de Luis, su yo niño y su yo adulto se desdoblan constantemente, pero el espectador ve siempre al Luis adulto triste, introvertido, que unas veces es él, ya fatigado de años de resentimiento y soledad, y otras es el niño oprimido, asustado, distante del contorno familiar…”

Por otro lado, la música de la cinta, cuyo responsable fue el prestigioso compositor bilbaíno Luis de Pablo, desaparecido hace justamente dos años, resulta un elemento especialmente evocador, siendo un recurso empleado en otras películas de Saura. De este modo, resulta muy significativa la copla Rocío -compuesta por León y Quiroga e interpretada por Imperio Argentina- que suena en una grabación de la época de la infancia de Luis.

Me gustaría destacar el guiño en la película al cine extranjero de los años 30. Luisito, en La prima Angélica, había visto de niño en la sala de cine del colegio -ya desusado como tal cuando Luis vuelve a visitarlo- Los ojos misteriosos de Londres (The Dark Eyes of London). El filme, de producción británica, se estrenaría en 1939. Dirigido por Walter Summers y protagonizado por Bela Lugosi, estaba basado en la novela homónima de Edgar Wallace, publicada en 1924. Recordemos que Wallace, autor aclamado mundialmente como maestro de la narración de misterio, fue autor del guion original de la película King-Kong de 1933. El caso es que a Luisito tal película le va a impresionar muchísimo, llegando a tener visiones de los extraños seres que aparecen en ella. Parece ser que Carlos Saura evoca aquí el terror que él mismo experimentaría con motivo de la proyección de dicha cinta, a principios de los años cuarenta, en el salón de actos del Colegio San Viator de Huesca, donde él estudiaba. En cierto modo, también nos recuerda la honda impresión que supone la película Frankenstein para la jovencísima protagonista de El espíritu de la colmena de Víctor Erice.

Película tierna, entrañable; pero a la vez descarnada y sobrecogedora -sobre todo sus últimas escenas-, La prima Angélica, va mucho más allá en su significado de ser una crítica a la situación política y social de una determinada época. Expone, de modo realista, la inocencia de la niñez incomprendida y ultrajada por la intolerancia, una violenta y atávica intransigencia no necesariamente vinculada a ideología concreta alguna.

Finalmente, recomiendo, por su interés, un esclarecedor artículo de Javier Mateo Hidalgo sobre esta auténtica obra maestra de nuestro cine, leer artículo

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