La Closerie des Lilas
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En la literatura anglosajona el nombre de Sylvia Plath es de vital relevancia. Sin duda, es una de las grandes autoras del siglo XX.
Sylvia Plath nació en Boston el 27 de octubre de 1932. Su padre falleció cuando ella era muy pequeña y su madre la educó con un distanciamiento emocional que marcaría profundamente su psique. De pequeña Plath demostró una gran habilidad en muchos campos: la música, la pintura y la escritura. Publicó su primer poema a los ocho años, en una revista de Boston.
A lo largo de su vida Sylvia Plath fue aquejada por violentas crisis de depresión (actualmente se cree que padecía de trastorno bipolar), que la sumían en la más profunda desesperanza. Tuvo dos intentos de suicidio y recurrió a muchos especialistas, sin conseguir más que cortos períodos de equilibrio, que se rompían violentamente, sin causa aparente.
Su conflictiva relación con el poeta Ted Hughes, con quien estuvo casada y tuvo dos hijos, marcó todavía más su sensible sistema emocional y tras separarse y, cuando finalmente creía que su vida volvía a encaminarse, fue aquejada por una crisis aún más violenta. Se quitó la vida en Londres el 11 de febrero de 1963.
En 1982 Plath fue condecorada con el Premio Pulitzer a título póstumo por sus Poemas completos. Su obra nos acompañará para siempre.
La obra de Sylvia Plath
Junto a Anne Sexton, a Sylvia Plath se la considera una de las primeras personas en cultivar la poesía confesional. A lo largo de su obra, trabajó con un registro autobiográfico, nutrido de impresionantes imágenes y aprovechando su gran capacidad para jugar con el lenguaje, como haría una pintora con los colores, para crear poemas inolvidables.
Ariel, El coloso y La campana de cristal son sus tres obras más conocidas. Otros libros que nos permiten conocer a esta autora fascinante son Cruzando el agua, Árboles de invierno y sus Poemas completos.
Tanto en su narrativa como en su poesía, Plath volcó sus miedos y dejó constancia de la gran dificultad que suponía para ella soportar su propia inestabilidad emocional, explorando en los confines de su psique y buscando luz en medio de las sombras. Leerla es aprender más de ella pero también de nosotras.
Este año ha visto la luz en Tres Hermanas el primer volumen de Diarios de Sylvia Plath, sobre los que hablaremos pronto en el blog. Que nadie deje de leerla.
Oveja en la Niebla Las colinas bajan hacia la blancura. Gente o estrellas Me aprecian con tristeza, yo los decepciono. El tren deja una línea de respiros. Oh lento Caballo color del óxido, Cascos, dolorosas campanas— Toda la mañana la Mañana ha estado ennegreciendo, Una flor suelta ahí. Mis huesos sostienen un silencio, los campos Lejanos derriten mi corazón. Amenazan Con dejarme lista para un cielo Sin estrellas y sin padre, un agua negra. Lady Lázaro Lo hice de vuelta. Un año cada diez Me las arreglo— Una suerte de milagro andando, mi piel Luminosa como pantalla Nazi, Mi pie derecho Un pisapapeles, Mi cara sin rasgos, suave Lino judío. Arranca el paño Oh mi enemigo. ¿Doy terror?— ¿La nariz, los huecos del ojo, la fila completa de los dientes? El aliento agrio Se desvanece en un día. Pronto, pronto la carne Por la grave cueva comida estará En casa en mí Y yo mujer sonriente. Yo tengo sólo treinta. Y como el gato nueve veces para morir. Esta es la Número Tres. Qué basura A aniquilar cada década. Qué millón de filamentos. La multitud masca nueces Y empuja para ver Que me descubren mano y pie— El gran strip tease. Caballeros, damas, Estas son mis manos, Mis rodillas. Puedo ser piel y hueso, Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer. La primera vez que pasó tenía diez. Fue un accidente. La segunda vez quise Hacerlo durar y no volver por nada. Me mecía cerrada Como una ostra. Ellos tuvieron que llamar y llamar Y quitarme los gusanos como perlas pegajosas. Morir es un arte, como todo lo demás. Yo lo hago excepcionalmente bien. Lo hago y así se siente como el diablo. Lo hago y así se siente real. Creo que dirías que a eso fui llamada. Es bastante fácil hacerlo en una celda. Es bastante fácil hacerlo y seguir ahí. Es el teatral Regreso a pleno día Al mismo lugar, la misma cara, el mismo bruto Grito divertido: “¡Un milagro!” Que me noquea. Hay un precio Para avistar mis cicatrices, hay un precio Para escuchar mi corazón— De veras anda. Y hay un precio, un precio muy alto, Por una palabra o un roce O un poco de sangre O un pedazo de mi pelo o mi ropa. Eso, eso, Herr Doktor. Eso, Herr Enemigo. Yo soy su opus, Yo soy su valiosa, La bebé de oro puro Que se funde en un grito. Yo me retuerzo y quemo. No piense que subestimo su gran preocupación. Ceniza, ceniza— Atiza y mezcla. Carne, hueso, hay nada ahí— Un pan de jabón. Un anillo de bodas, Un empaste de oro. Herr Dios, Herr Lucifer, Cuidado Cuidado. Fuera de la ceniza Me levanto con mi pelo rojo Y me como a los hombres como aire. Danzas de la noche Una sonrisa cayó en la hierba. ¡Irremediable! Y cómo van tus danzas de la noche A perderse sobre sí. ¿En matemáticas? Saltos y espirales tan puros— Seguramente viajan Por el mundo para siempre, no debería del todo Sentarme vacía de bellezas, el regalo De tu pequeña respiración, la hierba mojada Huele a tu sueño, lirios, lirios. Su carne no guarda relación. Fríos pliegos de ego, la cala, Y el tigre, embelesados de sí— Manchas, y una diáspora de pétalos calientes. Los cometas Tienen tanto espacio que cruzar, Tanta frialdad, desmemoria. Así se descascaran tus gestos— Tibio y humano, luego su luz rosa Sangrando y pelándose A través de las negras amnesias del Cielo. Por qué me son entregadas Estas lámparas, estos planetas Que caen como bendiciones, como copos De seis lados, blancos En mis ojos, mis labios, mi pelo Al tacto se derriten. No hay adónde.