JOSE PUERTO: LA VIDA TENDRÍA QUE SER POR SÍ MISMA, PURA POESÍA.

Por: Isabel Rezmo

Hoy en Proverso tenemos a un poeta muy interesante, que entiende la poesía como un elemento esencial de la vida. Pero también como una necesidad, y como bien agricultor de la palabra, implica una siembra, un cuidado y una cosecha que irá a buen término, si la «mimamos», si nos entregamos a ella con oficio y sacrificio. Es un hombre sencillo, humilde, cuya conversación invita al conocimiento y la reflexión.

Maestro jubilado y agricultor. Poeta con gran influencia de la poesía y la música de tradición oral, así como los grandes del siglo XX; su fondo y su forma poética oscilan entre los temas y metros populares y los poemas de espiritualidad en verso libre, entendiendo la poesía como trascendencia, crisol de conciencia y terapia del alma individual y social.

Pertenece a la Asociación Cultural ANDUXAR y A.M.E.V. (Asociación Mundial de Escritores por los Valores). Ha sido incluido en numerosas antologías de encuentros poéticos, en revistas literarias y en las antologías digitales “Poetas Andaluces” de Fernando Sabido, y recientemente en la “Biblioteca Virtual de Escritores Andaluces” de la ACE.

Ha publicado tres poemarios: La Esencia Prometida (Ed. Juan de Mairena, Lucena, 2010) Agua por la fontanela (Aula de Literatura, Priego de Córdoba, 2013) y Recolecciones (TarQus Editorial, Santiago de Compostela, 2018). Coordinó las Antologías del I Encuentro de Poetas Andaluces de Ahora Cerdopoética, ambas disponibles en su blog:   http://puertodepoesia.blogspot.com

RP: Buenas tardes, José Puerto, la vida sigue su curso, parecen recuperados ya de pandemias anteriores. ¿Cómo se encuentra el verso de salud?

JP: Hola, Isabel, encantado… la pandemia nos ha roto los esquemas y las costumbres, las inercias… en todos los campos de la vida y creo que al igual que la enfermedad a unos los ha matado y a otros los ha hecho más fuertes (¿será que hemos quedado «los bichos malos»…?), en estos largos meses ha habido artistas y escritores que han sucumbido y se han desmoralizado bastante (casi que me cuento entre ellos por otros motivos añadidos), a muchos otros la dosis extra de aislamiento e introspección les ha llevado a alumbrar nuevas obras, prolíficos poemarios que han visto la luz al abrirse la veda…  También se han prodigado, y de qué manera, los encuentros y recitales virtuales que han estrechado y entretejido muchos lazos en la distancia, especialmente entre poetas y países del mundo hispano; y desde que se han podido reanudar los eventos poéticos presenciales se han tomado con muchas ganas y creo que se vienen valorando y disfrutando también más como verdaderas fiestas.

RP: Se dice que la vida es pura poesía. ¿Realmente está al cien por cien presente?

JP: La vida tendría que ser por sí misma pura poesía, pero es evidente que se nos muestra cotidianamente como «puta prosa», la vida si lo pensamos es y ha sido siempre demasiado dura y costosa desde que nacemos hasta que nos vamos, tanto a nivel individual (cada cual sabe las cruces, los retos y los tortazos que se ha pegado para sobrevivir), como a nivel colectivo (esto más en los tiempos bastardos y distópicos que nos corren, nos arrastran y nos desazonan) … Pero estoy convencido de que la raza humana hemos «aterrizado» en este planeta para aprender a sobreponernos a la adversidad, para sublimar y superar las peores circunstancias, para iluminar en la oscuridad… Esto me lleva al símil del «Jardinero» (Tagore fue un poeta que me marcó en mi juventud) que es capaz de ver y sacar rosas del estiércol… Ese debería ser el trabajo del poeta, del artista, del animador sociocultural… pero, por qué no, también el del terapeuta, del ingeniero o de cualquier trabajador consciente y amante de su misión vital

RP: ¿Cómo afrontas el texto poético, a la hora de escribir?

JP: Pues aparte del símil agrario que nos lleva a la máxima de que se cosecha lo que se siembra y se cría con paciencia, como crecí en el campo de Rute, famoso por sus anisados, me gusta comparar el proceso de creación poética con una destilación doble y a veces triple del mosto virgen que es la materia prima poética, la palabra cargada de chispa y de motivación que a veces cosechamos (leyendo libros, leyendo el mundo y a nosotros mismos) y a veces nos llega sola y regalada, eso será lo que llaman la inspiración, y nos traspasa y nos mueve a trabarla y trabajarla («Que la inspiración te pille trabajando» que dijo Federico), hasta conseguir que crezca en grados y matices afrutados y aromáticos que la conviertan en un elixir que transmita y dé vida.

Se podría comparar también el proceso poético con la costura: para sacar una buena prenda tenemos que escoger bien la tela y aunque haya quien se conforme con hilvanar, para que la prenda, el poema, tenga prestancia y elegancia, hay que tratar de coser bien e incluso bordar en mayor o menor medida.

Así pues, soy lento escribiendo, diría que «un poeta rumiante», y además me gusta documentarme usando diccionarios de sinónimos, de rimas… o enciclopedias y artículos para estrujar los campos semánticos del tema que quiera tratar, con los medios que tenemos hoy esta tarea se suaviza en dificultad, tenemos esa suerte.

RP: La música folk es un componente importante en tu vida, ¿cómo llegaste a ella?

JP: lo que ahora se llama música folk o de raíz es el rescate, la reinterpretación y puesta en valor de la tradición oral («Hasta que el pueblo las canta, las coplas no son…» que dijo Manuel Machado). Esa tradición y esa memoria son sobre todo campesinas y yo por criarme en el campo las he mamado desde chico, de mi padre y de la gente de mi pueblo. Por desgracia en Andalucía esa memoria y esa identidad cultural se ha falseado mucho, pero ese es otro tema… La cuestión es que cuando de chaval empecé a leer poesía a la par que a escuchar a cantautores y grupos que aparte de las canciones protesta cantaban temas tradicionales, me empezó un estremecimiento que siempre me ha perdurado y crecido, más aún ahora que los medios digitales facilitan su difusión y el contacto directo con músicos, cantantes y grupos y el disfrute de conciertos, fiestas y festivales de música folk.

Como anécdota te diré que con quince años, sin tener tocadiscos, me compre los Lps del Cancionero de Romances de Joaquín Díaz, que me influyeron mucho en mis arranques poéticos, al igual que lo hicieron grupos de aquel tiempo como Aguaviva, Nuestro Pequeño Mundo, Jarcha o Nuevo Mester de Juglaría (estos últimos en activo todavía y celebrando sus 50 años de carrera).

RP: ¿Crees que aún se puede unir en la música, en la poesía y en otras disciplinas, tradición y modernidad?

JP: «Endeluego y  of course»; -) … Poderse sí que se puede, por muy moderno que se quiera ser, siempre que no se haya perdido la identidad cultural heredada. De hecho, la idea de modernidad es ya muy antigua y además está muy gastada; y aunque el poeta y el músico no puedan ni deban ser ajenos a su tiempo, para saber a donde se quiere ir no se puede olvidar de donde se viene … En esto soy tajante: Un poeta que se pregone como tal no puede desconocer los clásicos ni los grandes del siglo XX que fueron grandes rompedores a la par que renovadores de la tradición; para ser «moderno» no hay que matar la tradición, sino asumirla renovándola… y concretando más, el o la poeta que quiera escribir con propiedad en verso libre tiene que haber intentado alguna vez hacer una redondilla, un soneto, un romance… jugar y experimentar con la música y la sonoridad de las palabras unida a su carga y matices semánticos… Para romper el molde hay que haberse metido dentro antes. En los recitales suelo notar bastante quien lo ha hecho y quien no.

RP: ¿Hasta qué punto renunciamos a algo personal cuando escribimos?

JP: Más que renunciar, yo diría que cuando acabamos un poema o un libro sentirnos como si nos hubiésemos arrancado un trozo de carne, y de alma clara. Cuando entre nosotros comparamos en broma simbólica la publicación de un libro con el parto de un hijo, no es en vano, pues la buena poesía hay que arrancársela y eso duele, pero claro, a la vez se siente la satisfacción de ver al hijo echarse a andar, más todavía si tiene eco y te lo alaban en público o en privado… Tampoco olvidemos que para muchos poetas la poesía es imprescindible como lo es la respiración, e incluso una liberación, una terapia y un medio de autoconocimiento.

RP: Un verso favorito….

JP: Pues al hilo de lo que venimos comentando me viene aquello de «¡Inteligencia, dame el nombre exacto de las cosas!», del libro «Piedra y Cielo» de Juan Ramón Jiménez.

RP:  Un libro que te atraiga especialmente?

JP: ¿»Campos de Castilla» de don Antonio, «El rayo que no cesa» de Miguel o la «Segunda antología poética» de Juan Ramón? … Elige tú.

RP: ¿Algún proyecto para este otoño?

JP: Quiero reeditar mi tercer libro, «Recolecciones», que es una antología variopinta de poemas sueltos publicados en encuentros, revistas o en la red … Tendría que cerrar y publicar ya otro que lleva más de quince años en cola y no ha encontrado su momento… y a ver si retomamos con discreción los eventos poéticos que tanto nos han movido a escribir y a juntarnos gratamente, entre los que destaco el que cocinas tú en Úbeda, que tan bien me sabe y donde tan a gusto me he sentido siempre.

RP: Gracias por tu tiempo

Gracias a ti siempre por tu larga entrega y dedicación a la poesía y los poetas. Que las musas te lo paguen.

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