ELENA, CELIA Y LA ILUSIÓN DE UNA ETERNA NIÑEZ

Por: Tomás Sánchez Rubio

El cementerio de San Justo de Madrid, cuyo nombre completo es cementerio de la Sacramental de San Justo, San Millán y Santa Cruz, se encuentra separado por una tapia del de San Isidro, que en un principio se llamaría de San Pedro y San Andrés. Se halla ubicado en el distrito de Carabanchel, entre el paseo de la Ermita del Santo y la Vía Carpetana. En él se entra por el número 70 del paseo. En San Justo descansan españolas y españoles célebres: artistas, periodistas, poetas, cantantes… En 2021 fue incluido en el listado de Cementerios singulares de la Comunidad de Madrid, registro que consta de diez necrópolis distribuidas en cinco municipios. Allí yacen literatos como Mariano José de Larra, José de Espronceda, Ramón de Campoamor o los hermanos Álvarez Quintero; también Carmen Conde, Ramón Gómez de la Serna o Blanca de los Ríos. Asimismo, el mundo de la música de diversas épocas, así como el de la escena, tienen su representación en los compositores Federico Chueca y Ruperto Chapí, Sara Montiel, Luis Eduardo Aute, Maruchi Fresno, Manuel Dicenta, Luis Escobar o Rafaela Aparicio, entre otras personalidades.

En San Justo, igualmente, fue enterrada, tras su muerte, el 8 mayo de 1952, a los sesenta y cinco años de edad, la brillante escritora Elena Fortún, famosa por su personaje Celia, una de las figuras emblemáticas de la literatura española infantil y juvenil.

Elena Fortún, seudónimo de María de la Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses y de Urquijo, había nacido en Madrid un 18 de noviembre de 1886, durante la agitada Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, concretamente en el IV gobierno del ingeniero riojano Práxedes Mateo Sagasta.

Aquel mismo año, la coruñesa Emilia Pardo Bazán publicaría Los pazos de Ulloa, una de las cimas de la novela del siglo XIX.

Elena Fortún ─Encarnación Aragoneses─ era la única hija de Leocadio Aragoneses y Esteban, alabardero de la Guardia Real nacido en la localidad segoviana de Abades, y de Manuela de Urquijo y Ribacova, miembro de la nobleza alavesa. Fue criada por un ama, pues su madre no gozaba de buena salud, característica que heredaría la hija. Esto hizo que la futura escritora fuese una niña sobreprotegida, limitándosele la relación con gente de su edad. Ello contribuiría al desarrollo de una personalidad solitaria, muy imaginativa y extremadamente sensible. Con catorce años dejó el colegio. El padre moriría prematuramente, sumiendo a madre e hija en una difícil situación económica. Antes de cumplir los veinte años, Elena se casó con un primo segundo, Eusebio de Gorbea y Lemmi, que era militar aparte de novelista y dramaturgo. El seudónimo que posteriormente tomaría Encarnación como escritora procedía precisamente de la novela de su marido Los mil años de Elena Fortún, publicada en 1922.

El matrimonio tuvo dos hijos, Luis y Manuel. Pronto la pareja se distanció, si bien nunca se divorciarían. La muerte del hijo menor, Manuel, en 1920, provocaría una fuerte crisis en su relación. Eusebio se quitó la vida en Buenos Aires, donde se hallaba exiliado junto a su esposa, en diciembre de 1948.

Digna de mencionar es la recopilación y reciente publicación llevada a cabo por la investigadora Inmaculada García Carretero, de las cartas escritas en 1939 desde Madrid, Valencia, Sète, París, Burdeos y la capital argentina, por parte de Elena y dirigidas a su hijo Luis. Este, por otro lado, se había exiliado a Estados Unidos junto a su esposa Ana María Hug. El epistolario se conserva actualmente en el Archivo personal de Elena Fortún, que forma parte, a su vez, del Archivo Borau de la Biblioteca de la Real Academia Española.

Después de la boda con Eusebio Gorbea, el matrimonio pasa dos años en Tenerife. A su vuelta a Madrid, Elena traba amistad con la escritora feminista María Lejárraga, a través de la cual comienza a participar en la vida social y cultural de la capital, frecuentando asiduamente el Lyceum Club Femenino, fundado en 1926; asimismo, se matricula en algunos cursos de la Residencia de Señoritas. Esta institución, fundada en 1915 y afín al espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, fue el primer centro oficial destinado a fomentar la enseñanza universitaria para mujeres en España​. Su primera directora, hasta 1936, fue la pedagoga María de Maeztu.

En 1928, Encarnación ─firmando ya como Elena Fortún─ comienza sus primeras colaboraciones en la prensa, concretamente en el suplemento infantil Gente Menuda de ABC, donde nacería el personaje que la haría tremendamente popular, Celia. Gracias a su éxito, la serie se convertirá pronto en libro por encargo de la editorial Aguilar, empresa madrileña creada en 1923 por Manuel Aguilar Muñoz. Ello le hará obtener a la autora, aparte de saneados ingresos, un creciente reconocimiento del público de todas las edades. Celia, lo que dice se titulaba el primero en la serie de libros sobre el personaje. Las historias ─escritas desde la perspectiva de una niña de siete años de edad llamada Celia Gálvez de Montalbán─ narraban la vida familiar de la protagonista en Madrid.

Elena Fortún recibirá con entusiasmo la proclamación de la II República en 1931, y, al estallar la guerra, mostrará su compromiso con el nuevo régimen en revistas como Crónica, una de las publicaciones gráficas más importantes del periodo y de mayor tirada. No obstante, la escritora no dejará de lado las novelas de Celia, planteadas ya como textos de aprendizaje que recogerán el ideario de la Institución Libre de Enseñanza. En 1939 el matrimonio Gorbea-Aragoneses se exiliará en Francia, partiendo más tarde hacia Buenos Aires a bordo del famoso buque de vapor Massilia; allí vivirán hasta 1948, fecha en que Fortún regresa a España tras la muerte de su marido. A la vuelta, instalada en Barcelona, continuará escribiendo obras con Celia como protagonista, aparte de otras como la novela autobiográfica Oculto sendero –escrita bajo el seudónimo de Rosa María Castaños–. Considerada su testamento literario, no llegaría a publicarla en vida, posiblemente por su temática, controvertida para la época al tratar la homosexualidad femenina. Oculto sendero está ambientada en la España de la II República, siendo la protagonista María Luisa Arroyo, una pintora que deseaba de niña vestirse de marinero… Finalmente, la obra sería publicada por Renacimiento (2016) en edición de Nuria Capdevilla-Argüelles y María Jesús Fraga. Debemos recordar que Fortún formó parte, antes del exilio, del denominado Círculo Sáfico de Madrid, grupo de mujeres intelectuales liderado por la escenógrafa Victorina Durán y que jugaría un importante papel social y cultural en los años 30. Rosa Chacel, en su novela Acrópolis, publicada en 1984, describe fielmente esta institución, así como a las personas que la componían.

La popularidad del personaje de Celia se renovó décadas después de la muerte de la autora gracias al estreno en TVE, el año 1993, de la serie que con ese título dirigiría José Luis Borau con guion de Carmen Martín Gaite. A Cristina Cruz Mínguez, quien como protagonista ganaría el premio TP de Oro, la acompañaba un elenco formado por Ana Duato, Pedro Diez del Corral, Aurora Redondo, María Isbert, María Luisa Ponte o Tito Valverde.

Editado por la profesora de Teoría de la Literatura Purificació Mascarell, os recomiendo el libro Elena y sus amigos (Renacimiento, 2023), que rescata del olvido a la escritora a través de las voces de personalidades como María Lejárraga, Carmen Laforet, Carmen Conde, Francisco Ayala, Carmen Martín Gaite, Francisco Nieva, José Luis Borau, o Juan García Hortelano. 

Debemos señalar que, durante la Feria del Libro de Madrid de 2022, se rindió un merecido acto de homenaje a Elena Fortún, el cual fue organizado por la Editorial Renacimiento. Esta casa había recuperado hasta ese momento veinte de las obras de esta autora. Elena Fortún, con una existencia llena, por otra parte, de dificultades y sinsabores, supo dar vida a una niña educada, ingeniosa y aparentemente inocente, que quería ser escritora y que, sobre todo, tuvo el don de lograr hacernos partícipes de sus entrañables peripecias en un mundo tan difícil como aquel en que le había tocado vivir.

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