ALDA MERINI: LA DECONSTRUCCIÓN DE LA LOCURA.

El Atelier

Por: Inma J. Ferrero

Nacida en Milán un 21 de marzo de 1931 en el seno de una familia humilde, es la segunda hija de tres hermanos. Destaca entre ellos por ser una niña sensible, solitaria, melancólica y buena estudiante. Alda sentirá siempre fuertes vínculos afectivos por sus padres, Nemo Merini y Emilia Painelli, a pesar de las incomprensiones que a menudo dificultarían sus relaciones familiares. A pesar de su deseo de estudiar bachillerato su padre le impone asistir a orientación laboral durante tres años.

Cuando estalla la segunda guerra mundial Alda sólo tiene 9 años, más tarde recordaría en el año 2004 en una entrevista de Cristina Ceci:

“Luego, mi casa fue destruida por las bombas. Estábamos debajo, en el refugio, durante un toque de queda; volvimos arriba y ya no había nada, solo escombros. Ayudé a mi madre a dar a luz a mi hermano: tenía 12 años. Fue una traición por parte de Inglaterra, porque estábamos todos sentados a la mesa, algunos haciendo la tarea, otros comiendo, llegan estos bombarderos, jadeando, y de repente, boom, la gente enloquece. Perdimos todo. Escapamos en el primer carro de ganado que encontramos. Todos apretados. Terminamos en Vercelli. Nos lanzamos a los arrozales porque las bombas no estallan en el agua, nos quedamos allí sumergidos hasta que terminaron los bombardeos. Quedamos solos, mi mamá, el recién nacido y yo. Mi padre y mi hermana se habían quedado en Milán buscando a los demás: todos estábamos enloquecidos. Me convertí en comadrona por necesidad al dar a luz a mi hermano, lo logré: hoy tiene sesenta años y está muy bien. Mi madre, en cambio, tuvo una hemorragia, tuvieron que envolverla junto con el pequeño y llevarlos así, con ella gritando como una loca. En Vercelli nos acogió una tía que tenía otro tío agricultor, nos acampó como pudo a un cortijo. Mi madre parecía la Virgen María, hacía un frío de mil demonios, era una especie de establo, nos quedamos allí tres años. No iba a la escuela, ¿cómo podría ir? En cambio, iba a pilar el arroz, a buscar huevos para ese pequeñito: cuidábamos de él, todo estaba parado, estaba la guerra… Regresé a Milán cuando terminó la guerra, volvimos a pie desde Vercelli, solo con un paquete, sin nada, y nos acampamos en un local prácticamente robado, o encontrado vacío, de un trapero. Y éramos cinco. También rescatamos a mi hermana que se había unido a los fascistas, con los alemanes, había aprendido, se ponía en la calle, levantaba la falda, los alemanes enloquecían y le regalaban pan, así se alimentaba, solo levantándose la falda, era hermosa.”

Alda Merini comienza a escribir poesía a los 15 años, será en estos años en secundaria y gracias a una maestra muy interesada en el saber hacer de la poeta, que conocerá al poeta y crítico literario Giacinto Spagnoletti, quien, apreciando su talento, y se convierte en su guía. Conocido es el episodio de cuando Alda regresó a casa, con una reseña muy positiva de uno de sus poemas hecha por Spagnoletti; emocionada, se la mostró al amado padre, pero él la rompió en pedazos diciéndole a Alda «Escúchame querida, la poesía no da de comer».

El año siguiente, en 1947, fue ingresada por primera vez en una clínica psiquiátrica, en la clínica Villa Turro, en Milán en ese momento tiene 16 años de edad. Después de esta breve estancia en la clínica comienza una progresiva afirmación como poeta y no se tiene noticias durante estos años de ningún desequilibrio.

Fuen en 1950 cuando Giacinto Spagnoletti, incluyo dos poemas, “Il gobbo” y “Luce”, de Alda Merini en la “Antología de la poesía italiana contemporánea 1909-1949”. Mientras se va reafirmando dentro del ambiente cultural de Milán, conoce a los poetas Eugenio Montale y Maria Luisa Spaziani, los cuales la ponen en contacto con el editor Giovanni Scheiwiller, el cual publica dos poemas de Merini en la antología «Poetesse del Novecento». Más tarde conoce a otro de los grandes poetas italianos del momento, Salvatore Quasimodo.

En 1953 publica su primer libro de poesía “La presencia de Orfeo” en la colección de poesía “Campionario”, cuyo editor es Schwarz, esta colección está dirigida por el siempre presente Spagnoletti. En este mismo año contrae matrimonio con Ettore Carniti. Durante el año 1955 publica, siempre con mismo editor Schwarz, “Paura di Dio” y “Nozze romane”. En este mismo año nace su primera hija Emanuela, publica el libro “Tu sei Pietro” dedicado al pediatra Pietro di Pascuale y publicado por Scheiwiller. En el año 1957 nace su segunda hija, Flavia.

Será en el año 1964 cuando comienza el verdadero infierno de la poeta, que durará hasta 1972. Alda Merini es internada en el Hospital Psiquiátrico “Paolo Pini”, en Milán. Este internamiento se verá interrumpido por algún retorno a casa. Durante estas idas in venidas al hospital nacerán sus dos hijas, Bárbara y Simona, que fueron confiadas a otras familias. Más tarde Alda recordaría:

“Cuando me ingresaron por primera vez en el manicomio, era poco más que una niña. Tenía dos hijas y algunas experiencias a mis espaldas, pero mi alma seguía siendo simple, pura, siempre esperando que algo hermoso se presentara en mi horizonte. Después de todo, era poetisa y pasaba mi tiempo cuidando de mis hijas y dando clases particulares a algunos alumnos, muchos de los cuales venían a la escuela y alegraban mi hogar con su presencia y sus risas alegres. En resumen, era una esposa y madre feliz, aunque a veces mostraba signos de cansancio y mi mente se adormecía. Intenté hablar de estas cosas con mi esposo, pero él no mostró señales de comprensión, y así mi agotamiento empeoró. Con la muerte de mi madre, a quien apreciaba enormemente, las cosas empeoraron aún más. Un día, exasperada por el inmenso trabajo, la constante pobreza y quizás afectada por la enfermedad, estallé en furia, y mi esposo decidió llamar a una ambulancia, sin prever que me llevarían al manicomio. Pero en ese momento, las leyes eran claras, y en 1965, la mujer estaba subordinada al hombre, quien podía tomar decisiones sobre su futuro. Así que fui internada sin saberlo, ni siquiera sabía de la existencia de los hospitales psiquiátricos, ya que nunca los había visto. Pero cuando me encontré en medio de uno, creo que enloquecí en el acto al darme cuenta de que había entrado en un laberinto del cual sería difícil salir. De repente, como en los cuentos de hadas, todos los parientes desaparecieron. Por la noche, se bajaron las barras de protección y se desató el caos infernal. De mis entrañas surgió un grito penetrante, una invocación desesperada dirigida a mis hijos, y empecé a gritar y a dar patadas con toda la fuerza que tenía, lo que resultó en que fui atada y martillada con inyecciones.”

En 1979 será cuando Alda Merini retorne a la escritura, pasado ya el drama del internamiento. En estos años la poeta escribe sus obras más intensas sobre el plano social: los años de encierro la han convertido sus versos en un océano de pasión, cuya intensidad es conmovedora. La sencillez y la capacidad evocadora de su poesía hacen que rompa todas las barreras, y la lectura de sus versos, tan cercanos al sufrimiento del alma, se convierte en una experiencia que sobrepasa lo humano. La profunda humanidad de sus poemas sociales hace que su poesía salga del confín de las fronteras italianas y hace  que la gente comience a poner atención sobre aquellos lugares “los manicomios” que hasta el momento siempre habían estado al margen. Después de estos años de infierno, Alda Merini, poco a poco y con un gran esfuerzo, recobra su posición dentro del mundo poético que la había olvidado.

Después de la muerte de su marido en 1983, tras una temporada de soledad entabla amistad con el poeta Michele Perri; con el que se casaría en 1984. Con el se muda a Taranto. En este año Alda Merini publica la que sin lugar a dudas en su obra más representativa “Terra Santa”. A pesar de la gran calidad de esta obra sigue sin llamar la atención del mundo literario. En 1986 Vanni Scheiwiller publica “L’altra verità. Diario di una diversa”, primer libro en prosa de la autora milanea, en la cual relata sus años en el manicomio. El prefacio de esta obra la escribe Giorgio Manganelli, en el cual escribe:

“… no es un documento ni un testimonio de los diez años que la escritora pasó en el manicomio. Es un reconocimiento, por epifanías, delirios, canciones, revelaciones y apariciones, de un espacio, no un lugar, donde, al desvanecerse toda costumbre y precaución cotidiana, irrumpe el inferno natural y el divino natural del ser humano.”

A pesar de la calidad de su obra, el éxito continua sin llamar a la puerta de Alda Merini, la cual comienza a tener serios problemas económicos.

Fue el encuentro casual con el periodista Ambrogio Borsanien el “Bar Chimera”, en Milán, que cambiaría el destino literario y humano de Alda Merini. Como relata el mismo Ambrogio Borsani:

“Así es como Alda Merini empezó a presentarse todas las noches en el “Bar Chimera”, donde Laura le ofrecía un capuchino y una porción de tarta. Pero el hambre no se calmaba. A veces me pedía que la llevara a comer un risotto a medianoche. Hablaba siempre manteniendo la mano delante de la boca, aún no se había acostumbrado a la desaparición de sus dientes debido a los electroshocks. Era muy viva, coqueteaba con los chicos, bromista con los que la apoyaban, malhumorada con las mujeres. En ese entonces, yo colaboraba con la editorial “Il Melangolo”, y le pregunté si tenía algo en prosa, porque nosotros no publicábamos poesía. Ella respondió que tenía una novela. No era cierto, pero la noche siguiente regresó al Chimera con cinco o seis hojas. Algunas estaban escritas en la parte posterior de folletos de tiendas en liquidación. Monté los fragmentos que me traía cada noche y así nació «Delirio amoroso». El 21 de enero de 1990 salió la primera media página en el Corriere della Sera sobre Alda Merini y Delirio amoroso, firmado por Giovanni Raboni. El caso fue recogido por otros periódicos. Luego llegó la primera aparición en televisión, en Telemontecarlo. Fue el comienzo de su popularidad, que crecería de manera vertiginosa.”

Será con la publicación de “Delirio Amoroso” cuando la poeta comienza su ascenso al éxito. Desde ese momento Alda Merini no para de escribir, de publica y de captar la atención de cada vez más público. En el año 1993 aprobado por la crítica recibe el Premio Librex Montale, que consagra a los grandes escritores contemporáneos italianos.

Durante los siguientes años alcanza su más alto nivel productivo dentro del mundo de la literatura; publica numerosos poemarios, aforismos, cartas, textos autobiográficos, colaboraciones con otros artistas. Alda se convierte en una de las más conocidas poetas italianas a nivel internacional. Es apreciada por la crítica y por el público que la considera una de las principales voces dentro de la poesía contemporánea italiana.

Alda Merini muere el 1 de noviembre de 2009, en el Hospital San Paolo de Milán, por un tumor óseo. Esa noche, bajo el hospital, un pequeño grupo de artistas milaneses se reúnen para acompañarla simbólicamente en su último viaje. Alda Merini tenía 78 años. El 4 noviembre, en el Duomo de Milán, se le tributan funerales de Estado.

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