El Atelier
Por: Inma J. Ferrero

Estoy segura de que todos hemos oído hablar del haiku, incluso los hemos escrito, Pero ¿cuál es su origen? ¿Para qué se escribe un haiku? ¿Escribimos haikus realmente o escribimos a modo de haiku en el mundo occidental? Tal como aseveraba Jorge Luis Borges.
Muchos de los grandes poetas del mundo occidental, se caracterizan también por escribir este tipo de lírica tan intensa como breve, llamada haiku. Pero esta clase de poesía tiene sus máximos exponentes en la tierra del son naciente, donde tuvo su origen; poetas como Matsuo Bashō, Masaoka Shiki, Yosa Buson, Kobayashi Issa, nos regalaron piezas invaluables, tradicionales, que perduraran a lo largo de la historia de la poesía mundial.
El haiku es corto e intenso como las estaciones, es profundo como las apacibles aguas de un lago. Esta composición lírica es conocida como la poesía más corta del mundo y aunque es de tradición japonesa, actualmente es escrita en más de 30 idiomas alrededor del mundo.

Para hablar de los orígenes del haiku, hay que remontarse al poeta nipón Matsuo Bashō, quien vivió durante el siglo XVII. Bashō fue el poeta más famoso del periodo Edo japonés, quien propuso un nuevo estilo sin romper con la tradición de la poesía japonesa, pues como él mismo decía:
«No sigo el camino de los antiguos, busco lo que ellos buscaron»
Matsuo Bashō
Este gran poeta se enfocó en expresar a través de nuevos medios el sentimiento de la poesía tradicional. En sus inicios, Bashō se dedicó a la lírica introspectiva, a escribir versos producto de su soledad y su meditación, sin embargo, en un momento de su vida y debido a un estado de ánimo depresivo, decide recorrer su país de origen. De esta experiencia, surge un cambio a la hora de percibir la poesía, y el poeta pasa de escribir poesía introspectiva a escribir una poesía más contemplativa, basada especialmente en la observación del entorno y de la naturaleza, y aquí tiene su origen el haiku tal y como lo conocemos hoy en día.
El haiku es una composición japonesa tradicional, como ya hemos señalado tantas veces. Su apreciación no solo se dirige a la composición poética, sino a la reflexión de su autor. El haiku a pesar de ser una composición tan corta, contiene sentimientos muy profundos, es un instrumento a través del cual se intenta conectar con la naturaleza y es un acto de contemplación y sencillez, que se basa en la captura de la emoción del momento. Según esta tradición clásica, el poema debe incluir un kigo: una palabra o expresión que alude a la estación del año en donde se encuentra ubicado el presente del poema.
Como ya he señalado, una característica fundamental, además de la época del año, es su temática relacionada siempre al entorno natural, haciendo referencia a animales, plantas, flores, árboles, paisajes, condiciones climáticas; como también a la cotidianeidad de pueblos, parajes, caminos, ciudades. Por lo que el sentir de la primera persona suele quedar exento, el narrador no habla de lo que le sucede a él, sino lo que acontece frente a él y todo su alrededor, convirtiéndose en un simple observador y apreciando lo que le rodea. Algo importante en esta composición: la libertad y la sensibilidad de conceptos abstractos, como partes fundamentales en su composición.
En cuanto a la métrica en Occidente, al menos en lengua española, se ha adoptado las medidas del haikú tradicional japonés a una medida de sílabas que sería: 5, 7, 5, sin rimas. Pero también ha habido una adopción mucho más libre, respetando tan solo el hecho de que el poema cumpla con la regla de los tres versos. Al respecto, Jack Kerouac decía que el haikú norteamericano no debía restringirse a las 17 sílabas, pues se trata de lenguas distintas y el inglés es una lengua “que se expande hasta estallar”, lo cual podría ser válido para diversas lenguas occidentales.

Sea tradicional, sea libre, en Occidente se han creado haikús que nada envidian a los poemas de los maestros japoneses de antaño. Como muestra, estos poemas escritos por grandes figuras de la literatura, algunos de los cuales conservan el conteo de 17 sílabas, y otros cuya estructura es completamente libre.
Jack Kerouac (E. U.):
Y el gato inmóvil sentado junto al poste se percata de la luna.
Mario Benedetti (Uruguay):
Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida.
Octavio Paz (México):
Lluvia de mayo: es hoja de papel el mundo entero.
Jorge Luis Borges (Argentina):
Algo me han dicho la tarde y la montaña. Ya lo he perdido.
Giorgios Seferis (Grecia):
Vierte en el lago sólo una gota de vino y el sol se extinguirá.
En conclusión, este tipo de poemas traslada al lenguaje una emoción sentida, melancólica, también de alegría. Se podría decir que es la capacidad de plasmar con claridad y elocuencia el sentimiento más genuino del alma, algo que surge a partir de la contemplación. No existe ruido que interfiera entre el silencio y lo descriptivo.