CHARLES BUKOWSKI, A QUEMARROPA

El Atelier

Por: Inma J. Ferrero

“Los dioses se portaron bien conmigo. Me tuvieron jodido. Me obligaron a vivir la vida”

Alcohol, decadencia, sexo, drogas, realismo, pobreza, fracaso y mujeres pueden ser las palabras que resuman la obra de Charles Bukowski. Pero la verdad es que fue un escritor realmente prolífico, con miles de poemas, y cientos de historias cortas. Considerado el último escritor maldito del siglo pasado, ejerció una gran influencia en los 80 y 90 con su enorme poder de seducción, con el cual azotó como un huracán la literatura de esos años. Pero podríamos seguir diciendo que ¿Sigue vigente su realismo sucio en nuestro mundo políticamente correcto?

Henry Charles Bukowski nació en Andernach (Alemania), el 16 de agosto del año 1920. Era hijo de un militar estadounidense llamado Henry Bukowski y de una mujer alemana de nombre Katherine Fett. Con tan solo dos años se traslada junto a su familia a Los Ángeles.

Vivió una infancia conflictiva, en permanente confrontación familiar, soportando las usuales palizas que le daba su padre. Este mal ambiente le condujo en su juventud al abusivo consumo de alcohol y a la evasión en la literatura, entre sus autores predilectos se encontraba Ernest Hemingway, D. H. Lawrence o Henry Miller.

Tras culminar sus estudios en el instituto, Bukowski comenzó a estudiar Periodismo, pero abandonó a los pocos meses para dedicarse a la vida bohemia. En su deambular angelino fue practicante de boxeo, aficionado a las apuestas, bebedor desbocado y amante de orgías sexuales.

Se inició en la escritura escribiendo cuentos muy joven pero, tras un primer relato publicado por una revista en 1944, deja la literatura por un espacio de diez años. Sus primeras obras se publicaron en la década de 1960 en editoriales y revistas underground; a este tiempo corresponden colecciones de poemas como Crucifijo en una mano muerta (1965) o la que para muchos es su mejor obra en verso, Los días pasan como caballos salvajes sobre las colinas (1969).

La poesía de Bukowski, al que le gustaba vanagloriarse de haber escrito su primer poema con 35 años, está marcada por un realismo descarnado y lírico a un tiempo, explícito, tierno en ocasiones y brutal en otras, abundante en datos autobiográficos, y lleno de desencanto. Nunca abandonó su producción en verso que, con los años, se fue haciendo más directa, más sobria, como en El amor es un perro del infierno (1974) o La última noche de la tierra (1992).



La prosa de Bukowski es, si cabe, más autobiográfica, en un 90% según el propio autor, que su poesía, y es la que le ha dado fama entre los lectores de habla hispana; ya que todas sus obras en prosa están publicadas en español.

Su primera novela, Cartero (1970), le ayudó a dejar la oficina de correos en la que trabajaba. Después le seguirían otras cinco, todas protagonizadas por Henry Hank Chinaski, alter ego del propio Bukowski. Los cuentos de Bukowski están reunidos en varios volúmenes. El más conocido, Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones (1972), recoge relatos aparecidos en varias revistas underground. Su obra inspiró una película, Ordinaria locura, a Marco Ferreri, a la que seguirá Barfly (1989), de Barbet Schroeder con guion del propio Bukowski.

Charles Bukowski falleció en San Pedro, California, el 9 de marzo de 1994 de leucemia.

Pero respondamos a nuestra pregunta inicial: ¿Sigue vigente su realismo sucio en nuestro mundo políticamente correcto?

En una tradición literaria como la española, tan encorsetada, fue un bombazo descubrir que Bukowski convertía en literatura lo sórdido. Este fue el gran secreto de su éxito. Secreto a través del cual, en países como España, se le leyó con entusiasmo voraz. Bukowski ayudó a modernizar tanto la narrativa, como la poesía de un país como el nuestro, afincado en desfasadas tradiciones literarias, fuera de las cuales éramos incapaces de innovar.

Para entender la incomodidad que puede generar Bukowski desde el punto de vista contemporáneo, solo hay que releer uno de los relatos de su primer libro publicado en España, Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones. Su título es ¡Violación! ¡Violación!  describe una escena en la que el protagonista sigue a una mujer para abusar de ella y, finalmente, es detenido. El machismo y la violencia de género son recurrentes en su obra. Estos, sin lugar a dudas, son el resultado de los maltratos que sufrió de pequeño por parte de su padre. Y así lo aseguraba él mismo en el poema Himno desde el huracán: “Mis mujeres dicen que estoy jodido por culpa de mis padres, no por mí”.

En momentos como el actual Bukowski se sale de los cánones, los rompe, destroza sus eslabones. Esto hace que corra el riesgo de ser expulsado de las lecturas más recomendadas, debido al actual predominio de lo políticamente correcto ya que muchos de sus escritos pueden resultar hirientes para las sensibilidad de los lectores. Pero tenemos que tener en cuenta que él expone su vida tal como la vivió, tal como la consumió hasta el final de sus días. Y esto no le hace ser un mal poeta, si no que le hace ser un poeta fuera de la norma, que encaró la escritura con absoluta y total libertad. Puede que su obra, (donde aparecen bien marcados los clichés de macho, machista y provocador), sea “merecedora” de encabezar nuestra lista negra, pero a día de hoy se le sigue considerando uno de los grandes de la literatura contemporánea. Y es que aquel que escriba pensando en que dirán los otros sobre lo que piensa y escribe, mejor que deje la página en blanco y no escriba ni media palabra.

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